El entramado medieval de Fernán Núñez se quedó pequeño en el siglo XVIII. El auge demográfico gracias a las reformas del tercer conde Francisco de los Ríos, entre las cuales destacó el repartimiento de tierras en censo enfitéutico, modifica social y urbanísticamente la villa.
La importancia de la agricultura en Fernán Núñez es tal que se distinguen distintas clases sociales dentro de los agricultores en el siguiente orden: aquellos que simplemente son braceros o jornaleros, los que tienen cierto poder adquisitivo y son capaces de arrendar tierras al conde y por último, aquellos que son aperaores y se encargan de otros menesteres vinculados a la organización de los cortijos como la búsqueda de temporeros, y que a su vez, también arrendan cortijos o parcelas que sean ya de su posesión.
Esta última subclase social necesita un nuevo lugar donde ubicarse, pues el callejero medieval fernannuñense no es apto para la construcción de sus viviendas. Las casas han de ser acordes con su nuevo estatus y disponer de espacio suficiente para dependencias como corrales o corralones donde guardar ganado, carros y aperos de labranza, que ahora sí se pueden permitir tener.
El lugar elegido es el oeste y sur de la villa, el espacio comprendido entre la Iglesia de Santa Marina y la ermita de la Vera Cruz, en las afueras del pueblo en aquel siglo XVIII. Un lugar relativamente llano, espacioso donde se puedan construir casas que cumplan una tipología concreta que ahora veremos. Así surge la
calle Nueva, la calle hacia la que dan las fachadas principales de las nuevas casas y que vertebra la nueva expansión urbanística. Una calle en pleno centro de la zona en expansión. También es conocida como la
calle de Los Ricos o la
Calle de los Labradores.
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La Calle Nueva. 1985. Fotografía de Fernando Serrano |
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La calle Nueva. Marzo 2013 |
Los corralones de las casas de la calle Nueva crean una nueva línea de casas que con el tiempo recibe el nombre de la
Alameda de San Marcos. Esta Alameda pasaría posteriormente a ser la carretera de Córdoba a Málaga y finalmente, hoy día la calle de San Marcos. Topónimo del cual mantengo mi propia teoría y que algún día trataré de contar.
En las proximidades de aquella nueva calle de "puertas falsas" ya se ubicaban varios elementos básicos para los nuevos agricultores:
- Los pósitos municipales de San Mateo y San Bartolomé
- El Ejido, llamado Plaza de San Marcos, donde puede permanecer el ganado a sus anchas y los animales de carga (actual paseo de Santa Marina)
El propio Ejido era un cruce de caminos que permitirían el tránsito de carros con facilidad sin tener que transitar por las estrechas calles del entramado medieval.
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Esquema sobre el entramado actual de calles |
Una vez tenemos ubicada la calle, nos falta conocer como eran sus casas. La estructura de su fachada era muy simple: una puerta principal cuyas jambas estaban hechas de un material más noble como la caliza micrítica de la sierra de Córdoba, la cual se conserva aún en algunas casas. A los lados de la puerta, en la planta baja siempre ventanales enrejados. Subiendo a la primera planta encontraremos nuevos ventanales enrejados, alternando con balcones. El balcón se ubicará con más probabilidad encima de la puerta principal.
Finalmente en una segunda planta aparece un desván que se usaba para entre otras cosas guardar el grano. Desvanes donde era muy útil la presencia de un gato para mantener el grano a salvo de los ratones, para tal fin se practicaban en las puertas orificios que a modo de gateras permitían la entrada y salida de estos animales. Lógicamente, a pesar de la entrega del tercio al arrendador (el conde, la iglesia o el cabildo municipal) el campesino se quedaba con una parte del grano que podía almacenar para consumo propio durante algunos periodos del año, necesitando este lugar para su almacenamiento. El desván probablemente no fuese exclusivo para el grano y otros muchos productos se dejaban en dicho lugar para su conservación o almacenamiento como por ejemplo los productos de las matanzas.
Matanzas que se realizaban en la propia casa porque disponían de corrales en la parte trasera donde podía tener algunos cerdos o aves. Sobre todo de estas últimas que eran muchas veces requeridas como tributo por la casa condal. Los reyes del corral serían los mulos y burros, los que se encargaban del duro trabajo de la agricultura y del transporte.
Las casas se vertebraban por un gran patio, al que se accedía desde la puerta principal con un zaguán. Este zaguán está custodiado por una cancela, normalmente de madera con ventanales enrejados que permitía ver el interior del patio, siempre y cuando el dueño dejase la puerta de la calle abierta, cosa bastante frecuente y en segundo lugar, los ventanales de la cancela, cosa no ya tan frecuente. El motivo era quitarse del calor en verano y del frío en invierno.
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Ejemplo de puerta y cancela de madera |
Un segundo patio distribuye las corraletas para el ganado y da directamente a la puerta falsa, que normalmente, como ya he dicho en el caso de la calle Nueva daba a la actual calle San Marcos.
En cualquiera de los dos patios habría una palmera, un naranjo o una lima.
Algunas de las casas más típicas y que conservan casi plenamente esta esencia son la de los números 2 y 4, que se encuentran al otro lado de la calle, no teniendo sus puertas falsas hacia la futura calle San Marcos, pero que seguirían el estilo de las casas que se construyeron en frente.
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Número 4 |
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Detalle de la cerradura del número 4. |
En el mismo lado se conserva hoy día la
Escuela Hogar Alfonso Gómez Jiménez, que atendía a niños con residencia en cortijos o caseríos sin escuela. Dicha casa fue cedida en 2005 al ayuntamiento de Fernán Núñez con la condición de que tuviese un uso municipal en un plazo de cinco años, concretamente como residencia de ancianos. Finalmente la casa volvió a manos de sus propietarios por cumplir el plazo sin ninguna consecución.
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La Escuela Hogar. 1985. Fotografía de Fernando Serrano |
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La Escuela-Hogar. Marzo 2013 |
En el lado impar, tenemos la casa número 9 y 11. Al llegar a las casas
13-15-15bis encontramos un recurso bastante frecuente: la división de
la casa en varias partes. Varias de estas casas eran una única casa que
se partió en tres, conservando claramente la puerta principal.
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Casas 13, 15 y 15bis. |
En esa misma acera, la impar, destacan el número 23 y el número 25, aunque ambas han perdido ese carácter dieciochesco que si conservan las primeras nombradas en la acera par, pero mantienen la organización típica de la fachada.
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Número 23 |
La calle Nueva dejó de ser la novedad y la calle San Marcos, la
que era de las puertas falsas, pasó a ser el eje vertebrador de Fernán
Núñez. En junio de 1896, la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia dirigió un escrito a la municipalidad, solicitando que se diese a esta calle el nombre de Angel Espejo y Cisneros, maestro superior de enseñanza, médico-cirujano y fundador y director de la banda de música de dicha sociedad, dicho nombre se conserva hasta la fecha de hoy. Angel Espejo, vino a la villa en 1865 para trabajar en la escuela superior de niños que se instaló en la localidad. Era natural de Córdoba y vecino del barrio de la Catedral y al parecer obtuvo plaza en Fernán Núñez tras un idilio amoroso con una de nuestras vecinas. Fue muy apreciado por los vecinos por su solidaridad, haciendo repartos de pan en períodos de carencia, donaciones de medicamentos a pobres o liberación de soldados de familias humildes mediante cuotas fijadas por el gobierno para lo que realizaba colectas que iban encabezadas por su banda de música.
Al llegar el siglo XX, en 1953 los vecinos de dicha calle vieron como en su extremo, la ermita de la Veracruz, pasó a convertirse en la segunda parroquia de Fernán Núñez. Pero por esta época ya había muchos cambios en la Calle Nueva: muchos de sus vecinos, también llamados señoritos, finalmente dieron el salto a la capital cordobesa, vendiendo sus grandes caserones o dejándolos como segunda residencia. La parte trasera de dichas casas era lo primero en venderse, para así poder crear nuevas casas con aquellos corrales en la nueva calle principal de San Marcos, que definitivamente robó el protagonismo a la calle Nueva o de Angel Espejo, ya que la calle San Marcos terminó siendo más ancha y de paso obligado para todo aquel que se dirigiese de Córdoba a Málaga.
Es peculiar que su nombre de Nueva, se haya conservado desde aquel siglo XVIII en la memoria y la voz de todos los fernannuñeses y que quizás algún día se materialice con la sustitución del nombre actual, sin que ello repercutiese en la memoria de Angel Espejo, al igual que sucedió con la calle de la Puerta de la Villa.
· Información procedente de:
· Callejero de la villa de Fernán Núñez : nomenclátor de las vías urbanas
con sus antecedentes históricos. Francisco Crespín Cuesta ; edición,
estudio introductorio, fotografías y notas de José Naranjo Ramírez. 2007.