miércoles, 24 de octubre de 2012

Las lápidas de la torre de la Iglesia de Santa Marina


Es típico hablar de la fachada de Santa Marina como una parte austera de la iglesia. En parte beneficia a su interior por sorprender al visitante por el contraste, pero lo cierto es que su exterior conserva elementos que pasan desapercibidos, con muchos años de historia que merece la pena recordar y rescatar, en especial sus tres lápidas que se sitúan en forma de cruz.

Consta de dos lápidas de color rojizo  a modo de brazos y son las que en peor estado se encuentran y por fechas sabemos que son las de mayor antigüedad. Probablemente estuviesen colocadas de otra forma en la torre o incluso en otra parte de la iglesia, hasta que a finales del siglo XVIII fueron cambiadas formando esta cruz que hoy podemos contemplar. La prueba de ello es las múltiples fracturas que presenta una de ellas.

¿Qué cuentan dichas lápidas?
¿Quiénes las pusieron ahí?
¿Por qué motivo?

Pues para responder de forma rápida, las lápidas fueron puestas por Francisco Gutiérrez de los Ríos, tercer conde  y por su nieto Carlos José Gutiérrez de los Ríos, sexto conde.  Estas lápidas se encontraban para recordar los siguientes hechos:



1. La devoción que la Casa Condal tenía hacia la Virgen de Guadalupe como su protectora desde primeros del siglo XVI.

2. La fundación de una obra pía o de caridad para el casamiento de las jóvenes huérfanas o viudas de Fernán Núñez el quince de enero de 1692. Esta obra se hacía en honor de la Virgen de Guadalupe.

3. La refundación de la obra pía en 1784 tras problemas de herencias en la casa condal que hicieron bloquear dicha obra de caridad desde 1721.

1ª Lápida

Esta lápida colocada en Marzo de 1717 por el tercer conde cuenta la historia del patronazgo de la Virgen de Guadalupe como protectora de la Casa de Fernán Núñez. Don Alonso Gutiérrez de los Ríos y doña Beatriz Carrillo (hija de los señores de Montemayor) contrayeron matrimonio con tan solo diez años ambos. Tras varios años sin descendencia, decidieron peregrinar hasta el monasterio cacereño de Guadalupe y al poco tiempo llegó su primer hijo Fernando Gutiérrez de los Ríos y Carrillo. Don Alonso y doña Beatriz trajeron una réplica a Fernán Núñez de la Virgen extremeña y crearon un fiesta anual que se celebraba el ocho de septiembre con gran solemnidad y que debía ser mantenida por todos los sucesores de la casa señorial así como el envío de cirios hasta el monasterio de Guadalupe para que alumbrase a la Virgen durante las fiestas más importantes. Su primogénito no continuó con dicha devoción aunque veremos como otros sucesores si que la continuaron siglos después.

Cuadro que recuerda la traída de la imagen de la Virgen de Guadalupe a la Villa
El tercer conde aprovecha para dejar claro que la Iglesia Parroquial de Santa Marina es del Patronazgo de los Gutiérrez de los Ríos, y que su familia tiene enlaces con la casa real de España, para lo que menciona que su sexta abuela era prima segunda del rey Fernando V el Católico, datos relevantes para la obtención de otros títulos como el de duque o la Grandeza de España, ambos obtenidos más tarde por sus sucesores.

Transcribo su texto:
El excmo. Sr. Conde D. Francisco de los Ríos hizo poner esta lápida a primeros del mes de Marzo de 1717 en memoria de sus sextos abuelos D. Alonso de los Ríos y Córdoba y Dª Beatriz Carrillo de Córdoba sobrina legítima hija de prima segunda del S. Rey Fernando el Católico que fueron décimos señores de esta Villa desde D. Fernán Núñez de Témez cuyos sucesores [parte ilegible] fortalecieron y fundaron esta Iglesia Parroquial de Santa Marina aquella que llaman de Aguas Santas en Galicia y los sobredichos D. Alonso y Beatriz trajeron  del Real Convento de Guadalupe la Santa Imagen de aquella advocación que colocaron en el altar mayor tomándola por patrona suya y de sus sucesores en su Estado fundando una fiesta perpetua [parte ilegible] el 8 de septiembre en cada año y [parte ilegible] solemnidad que la del Convento con diferentes bienes de qeu consta por el testamento de los Sres que para en el Archivo de esta Casa y esto referido también en el de esta Iglesia y atribuyéndole no haber tenido sucesión el hijo de los Refereridos Sres. al no haber cumplido con [parte ilegible] dispusieron en la que sea continuado por los demás sucesores de esta Casa, como dicho Conde D. Francisco como se espera que continuara siempre en adelante sobre [parte ilegible] a todos los Prelados eclesiásticos a que pertenezca y seglares [parte ilegible] por esta lápida nunca podrá suponer que falte [parte ilegible].

2ª Lápida


 El tercer conde usa uno de los símbolos de la Casa, la Virgen de Guadalupe para  fundar una obra caritativa. En primer lugar, continúa con el cambio de la fecha de la festividad de la Virgen de Guadalupe al cinco de marzo, fecha en la que el nació. Su madre la segunda condesa Ana Antonia Gutiérrez de los Ríos manda cambiar la fecha de la fiesta de Guadalupe del ocho de septiembre al  cinco de marzo, para celebrar  y dar gracias por haber dado un hijo heredero después de dos generaciones de mujeres, hijas únicas, en esta Casa de Fernán Núñez (la segunda condesa Ana Antonia y su madre, Aldonza Gutiérrez de los Ríos que no llegó a ser condesa por fallecer antes de que su padre, el primer conde Alonso Estacio Gutiérrez de los Ríos) La segunda condesa profesaba gran devoción por la Virgen de Guadalupe: quiso darle una capilla dejando para ello quinientos ducados y que uno de sus vestidos de gala se emplease para hacer un manto.

Volviendo a la obra caritativa, consistía en la dotación de mujeres pobres de la villa que se debían de casar el día de dicha festividad, el cinco de marzo. El propio conde relata en las escrituras de su fundación que se hacía para: "muestra de mi benevolencia a la fidelidad y amor que yo y mis predecesores habemos experimentado en nuestros vasallos de la Villa de Fernán Núñez desde la conquista de aquel reino y población de cristianos que allí hicimos"

Estas escrituras también dejan claramente como se repartirían las rentas destinadas para la celebración: una parte se usa para pagar los gastos propios de la fiesta (gastos en la iglesia de Santa Marina), otra parte en el Convento de San Francisco de Córdoba (donde se diría un sermón por dicha fiesta) y otra parte para limosna. El restante se convertiría en tantas dotes como doncellas o viudas pobres de solemnidad hubieran. Por pobre de solemnidad se entiende las que no tienen bienes raíces ninguno y vivían solo de su trabajo. El orden para recibir la dote era el siguiente:
1. Huérfanas de padre y madre
2. Huérfanas solo de padre
3. Huérfanas solo de madre
4. Pobres que tengan padre y madre y de entre ellas las de mayor edad.
5. Viudas

Y para todas ellas, la condición era ser hijas de vecinos naturales de la villa o que por lo menos tuvieran vencindad en ella de diez años antes de la elección. Eran elegidas antes de año nuevo y se casaban, como hemos dicho el cinco de marzo.

Transcribo su texto:
 El excelentísimo Señor Conde Don Francisco fundó una obra pía [ilegible] en Madrid a los 13 días de Enero de 1692 ante Andrés de Catalañazor escribano (ssno) de S.M. (su majestad) para casar huerfanas con preferencia las de P (padre) y M(madre) en su falta las de M y en ella las de P(padre), Vas (viudas) de esta Villa situada [ilegible] en censos perpetuos de plata sobre posesiones libres propias de su Excelencia y clausula de que se le [ilegible] fundación en cada año el día 5 de marzo que es el de su Nacimiento y se den personalmente en esta Iglesia Parroquial las dotes a los casados en aquel día y otras condiciones que con en aquel y [ilegible] cuyas copias auténticas están protocoladas en la [ilegible] de escribano y del Archivo del Cabildo de esta Villa y Correduria de su excelencia que encarga la conciencia a los Vicarios y curas de esta Parroquia donde está fundada esta obra pía cuiden celen y soliciten el puntual cumplimiento de ello como hasta el presente se ha cumplido y que si así no lo hiciesen incumplan en indignación divina y den estrechas cuenta a Dios de su omisión y perjuicio de sus feligreses asi mismo [ilegible] cuales persona eclesiástica o seglar que no diere cuenta en los Tribunales superiores pues para que conste a todos esta lapida se ha puesto.
Y también añadió a los 14 días del mes de Enero de 1698 ante Luis de Mesa escribano público y del Cabildo de esta Villa [ilegible] para el aniversarioo que se hace y ha de hacerse en esta Iglesia siempre el día siguiente el de la oración de los difuntos por los señores fundadores de ella y de esta Villa y sus sucesores y criados perpetuamente en las partes arriba expresadas pertenecientes señalando el [ilegible] que en Córdoba tiene su Casa.
Lápida 3

La fundación, a la muerte del tercer conde, quedó sin uso por falta de bienes.  Su hijo don Pedro Gutiérrez de los Ríos, cuarto conde, quiso reestablecerla y para ello dejó la mitad de sus bienes libres. Falleció en 1934 pero su mujer, Ana Francisca de los Ríos y Alsacia,  le sobrevivió hasta 1752, siendo la poseedora de dichos bienes. El sexto conde, era sobrino de don Pedro (don Pedro y doña Ana Francisca no tuvieron hijos y heredó el título primero su hermano menor, el quinto conde José Diego Gutiérrez de los Ríos y le siguió el hijo de este Carlos José Gutiérrez de los Ríos) y se encargó de embargar los bienes de su tía una vez difunta, así como de resolver cuestiones que aún estaban pendientes del testamento de su abuelo, el tercer conde, como pagos a sus criados que su hijo Pedro, cuarto conde se negó a realizar.

Una vez todo resuelto en 1784 se reestableció la fundación con una dote de 2206 reales y para celebrar este hecho el sexto conde invitó a los casados que se habían beneficiado de la obra pía a una merienda en el jardín del palacio.

Jardines del Palacio

Carlos José Gutiérrez de los Ríos mandó colocar una nueva lápida en la fachada principal de la Iglesia de Santa Marina que guardaría la memoria de la caridad de su abuelo y la suya propia como continuador de su iniciativa.

Transcribo su texto:

Ha de saberse que aunque la caridad y el amor que el Conde Don Francisco profesó siempre a sus vasallos le hizo mandar en su testamento la obra pía de la dote que expresa esta lápida inmediata no pudo tener efecto por falta de caudales. El conde don Pedro su hijo mandó agregar a ella la mitad del valor de los bienes líquidos que resultasen después de sus días y en 1772 se liquidaron 34239 reales y 11 maravedíes. El conde don Carlos su sobrino, nombrado Patrono, como señor del Estado se hizo cargo de esta suma desde el año de 1766 había dado por sí una dote anual de 600 reales y desde el de 72 lo aumentó hasta 1633 reales incluyendo esta los 834 correspondientes al rédito de la mitad del capital de los 34239 reales y 11 maravedíes del Conde Don Pedro. Últimamente en 22 de mayo de 1784 formalizó esta fundación y la dotó a perpetuidad completando una dote anual de 2206 reales. Como consta en la escritura de la fundación otorgada ante Alonso Espinosa en dicho día con lo que a los 63 años del fallecimiento del Conde Don Francisco su abuelo, primer móvil de este pensamiento al cuarto poseedor de sus bienes se vió verificada esta piadosa memoria debida a aquel magnánimo, caritativo y discreto padre de su pueblo que como tal hay que encomendarle siempre a Dios. Sirva este ejemplo a la posteridad y no arrepentirse nunca de extender las ideas caritativas y patrióticas más allá de lo que alcancen sus medios, Dios se los dará algún día a sus sucesores para ponerlos en obras sin apropiarse en mérito que tuvieron los primeros que las crearon, publicaron y promovieron para mucha honra y gloria y bien de la patria.

Ha sido esta una entrada larga que quizás sea un poco áspera de leer, pero he considerado que valía la pena conocer la historia de estas lápidas que son las guardianas de muchos entresijos históricos entre los condes de nuestro pueblo y mujeres que vieron en estas ayudas una oportunidad de tener una vida mejor, puesto que por simplemente ser mujeres y pobres, no podían casarse por no poder aportar ninguna dote al matrimonio.
 


 · Información editada procedente de:
- Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crespín Cuesta. 1994.
- El tercer conde de Fernán Núñez (1644 - 1721): Corte, parentesco y memoria familiar. Carolina Brutrach. Florencia. 2009.

miércoles, 17 de octubre de 2012

El entierro del tercer conde de Fernán Núñez

En Fernán Núñez, el siete de abril de 1717, el tercer conde Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba realiza su testamento, redactado por el escribano Alonso de Espinosa, donde el conde ordena que cuando fallezca su cuerpo sea embalsamado y vestido con el traje de la Orden de Alcántara a la que pertenecía, y fuese sepultado en el panteón familiar que el mismo había proyectado construir en la Iglesia Parroquial de Santa Marina de Aguas Santas de la villa de Fernán Núñez, cuyas obras aún no habían concluído. 

Busto del tercer conde en el Ayuntamiento de Fernán Núñez
Aclara que su corazón y sus entrañas se debían de poner en una caja de plomo y entregarse a la abadesa del Convento de La Concepción, bajo en patronazgo de la casa condal, en Córdoba, donde se debían de depositar en la tumba de Beatriz Carrillo, décima señora de Fernán Núñez que mandó enterrarse en el coro de la iglesia de dicho convento. 

La Calle Concepción con la portada del Convento homónimo. Gracias a Paco Muñoz
La abadesa era Inés Gutiérrez de los Ríos y Córdoba, hermana del tercer conde, que explicaba esta decisión por el amor que al convento y a sus tres hemanas monjas en el mismo.

Parece ser que este extraño ritual era muy frecuente en la Edad Media. En España, por ejemplo, se encuentra el corazón  y las entrañas de Alfonso X en la Catedral de Murcia, mientras que su cuerpo descansa en la catedral de Sevilla. 

Corazón en el escudo de la ciudad de Murcia que me llevó a conocer la historia de Alfonso X

Y según la copia del testamento, ubicado en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, transcribo lo que testó don Francisco Gutiérrez de los Ríos:

...En cualquier parte que me halle mi cuerpo sea armado según los establecimientos de mi orden de Alcántara y se embalsame y componga en la mejor forma posible para ser puesto en el entierro de los Señores de mi Casa, en la Capilla Mayor de la Iglesia Parroquial desta Villa fundación y patronato nuestro, y que si, lo que Dios no quiera, muriese yo antes de haberse perfeccionado la nueva capilla mayor y bóveda cuya fábrica tengo muy adelantada y que encargo en reverencia de Dios y memoria mía y entre tanto se rompan los tabiques del arco de la capilla de San Andrés donde está depositado el cuerpo de mi mujer y junto con la caja de esta se pongan, hasta que sean trasladados [a la cripta de la Capilla Mayor] con separación de los huesos de los otros señores, mis predecesores que allí se han ido depositando, en la bóveda que comprende toda la Capilla Mayor. Y así mismo, mando que mis entrañas puestas en una caja de plomo soldado se lleven a la ciudad de Córdoba, suplicando a mi Señora la Abadesa que es o fuese y demás Señoras religiosas del Convento de la Concepción, Patronazgo nuestro, que las ponga en el sepulcro de la Señora Doña Beatriz Carrillo de Córdoba, mi sexta abuela que está en el coro de aquel convento por el amor que yo siempre he tenido y tengo a mi hermana, mi Señora Doña Ignes (Inés), Abadesa que ha sido y es en aquel Santo Convento, encargando juntamente sobre sus consciencias a mis sucesiones estamentarios el ahorro de gastos de vanidades y pompas funerales...

Como ya escribí en otras entradas (enlace), el tercer conde hizo varias reformas en el Convento de la Concepción y un año después de redactar este testamento hizo una revisión del Patronato de la Casa de los Fernán Núñez sobre el mismo, que dió muchas ventajas a la comunidad de religiosas donde vivían mujeres de su familia: sus hermanas Inés, que era la abadesa, Ana, Isabel y Antonia y su hija natural, que no legítima, Francisca de los Ríos. Quizás todos estos vínculos le llevaron a tomar la decisión de disgregar su cuerpo, mandando su corazón a dicho convento.

Finalmente falleció siete años después,  el 21 de abril de 1721 en Fernán Núñez y no se pudo enterrar en las obras del panteón que cita puesto que no estaban terminadas. Es más, la construcción de la nueva cripta afectó a los cimientos de la primitiva iglesia iniciada en 1385, teniéndose que derribar toda la iglesia en 1724 con licencia del Obispo de Córdoba. 

El cuarto conde, don Pedro visita las obras tras la muerte de su padre y se encuentra la iglesia en alberca (es decir solo con las paredes, sin el techo por no haberse terminado)  destinando 45000 reales para que se cerrase la bóveda del panteón de sus antepasados y se cubriese la iglesia. 

Techos de la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas de Fernán Núñez. Salvador López
 Gracias a un informe del VI conde, su nieto, Carlos José Gutiérrez de los Ríos, se sabe que finalmente estuvo enterrado en la cripta junto a sus antepasados y su mujer. En cambio, no he encontrado nada a cerca  de que realmente se enviasen sus entrañas al Convento de la Concepción, pero quién sabe, siempre hay muchos documentos que se escapan a nuestro conocimiento y quizás en un futuro nos topemos con alguna noticia sobre ello.



 · Información editada procedente de:
-Testamento de Don Francisco Gutiérrez de los Ríos, III Conde de Fernán Núñez. ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÓRDOBA. 
- El tercer conde de Fernán Núñez (1644 - 1721): Corte, parentesco y memoria familiar. Carolina Brutrach. Florencia. 2009.


· Enlaces relacionados:
Introducción sobre Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba, tercer conde de Fernán Núñez.
Breve biografía de Francisco Gutiérrez de los Ríos
Francisco de los Ríos y Carlos II
Fernán Núñez y la Batalla de Cádiz (1702)
Francisco Gutiérrez de los Ríos y la Guerra de Sucesión Española.
Las reformas de Francisco de los Ríos en Fernán Núñez (I)
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