domingo, 30 de octubre de 2011

El Santo

En Fernán Núñez, siempre usamos la expresión el Santo para referirnos al Cementerio Municipal, la historia del cementerio va ligada siempre a la de la ermita de San Sebastián y a pesar de estar dedicada a dicho santo, el cementerio no recibe ninguna advocación. El Santo hace alusión al término campo santo, abreviandose solo en Santo.

En las anteriores entradas (se pueden consultar en la relación de enlaces al final de la entrada) he hablado de su origen, y a parte de este periodo inicial, pocos sucesos llamativos han ocurrido que puedan ser de interés histórico. Eso sí personales, muchos, y no relacionados con la muerte, que lógicamente, podrían ser, sino que por proximidad a mi domicilio ha sido en varias ocasiones lugar de juegos de niños (por muy extraño que parezca) y lugar para ir a ligar o pelar la pava (por muy raro que parezca, también) La verdad es que  allí no te molestaba nadie.

El Santo en 1969, fotografía de Andrés Raya Saro
Son muchas las historias que me contaba mi abuela, como la de aquella mujer que enterraron viva, y tras escuchar los gritos dentro de la tumba, la sacaron, pero ya era tarde, pues finalmente sí que murió. Al desentarrarla descubrieron el error porque la mujer dejó la marca de sus uñas en la tapa del ataúd, muestra de intentar salir del mismo y hace unos años como mi propia madre se cayó a una tumba y que tras permanecer allí veinte minutos, a unos cinco metros de profundidad la sacasen casi totalmente ilesa. 

Pero vamos a lo que vamos:  el Santo de Fernán Núñez es un lugar privilegiado, con unas vistas impresionantes de los alrededores, siendo de los pocos puntos de Fernán Núñez desde donde se ve el castillo de Montemayor (a ras de suelo sin necesidad de estar en lo alto de un edificio) Ya lo dijo el sexto conde al Consulado de Cádiz: <<... y a principiar a construir un cementerio público, proyectado por mí, en el parage más elevado a la inmediación de ella..
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Al fondo, junto al ciprés el Castillo de Montemayor

Vistas del Palacio Ducal, desde el santo.
  Se divide en varios patios. Solo conozco los nombres de las placas que se conservan: el Patio 1, de San Juan, el de mayor antiguedad, donde se sitúa la ermita de San Sebastián, los pilares del panteón ducal y las tumbas de más antigüedad muchas con escudos nobiliarios que evocan al pasado ilustre de muchos de los vecinos de Fernán Núñez.

Panteón del siglo XIX

Nichos de la familia de los Villafranca

En el patio de San Juan también se situaba una cruz, hoy desaparecida,  tras ser sustituída por un crucificado de Juan Polo, que está en el centro de lo que se iba a usar como panteón ducal.

Cristo de Juan Polo, foto de Juan Cardador Cañero

Lógicamente, la población aumentaba y también los enterramientos. El patio quedó pequeño, así que se tiró una de sus tapias, la orientada al sureste, y se hizo el segundo patio, dedicado a San Pedro

El segundo patio también quedó pequeño con el tiempo, de hecho las tumbas que hay no presentan ni calles para poder acceder a ellas, por el gran hacinamiento. Finalmente se amplió hacia el sureste nuevamente creando un tercer patio, cuyo nombre desconozco. Pero aún así, con el paso del tiempo volvió a ser pequeño, ampliándose hacia este en dos nuevos patios tres veces más grandes que el primitivo patio de San Juan y paralelo a este. El primero de estos dos, el patio cuarto es el patio de San José.

Placa del patio de San José

Vista de la ermita de San Sebastián desde el patio de San José

No hace muchos años, ya en la década del dos mil, se amplió nuevamente por su parte sureste, con algunas críticas de los vecinos que pedían un traslado del cementerio a otro lugar más alejado de la población.

 En el último patio se encuentra otra estatua de Juan Polo, concretamente en su panteón familiar, una obra llamada La Piedad.

La Piedad, de Juan Polo
Detalle de La Piedad

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jueves, 27 de octubre de 2011

El Panteón de la Casa Ducal en Fernán Núñez

Si volvemos a las entradas sobre el origen de nuestro cementerio (I y II) comprobamos como en el Cementerio había un espacio dedicado al enterramiento de la Casa Condal, luego Ducal.

Carlos José Gutiérrez de los Ríos, sexto conde,  hizo grandes reformas en el pueblo, como hemos visto en las entradas citadas inicialmente, y entre ellas estaba la construcción del cementerio en torno a la ermita de San Sebastián con parte de una recompensa por su buen hacer como diplomático. 

Fachada principal de tres arcos

Carlos José de los Ríos (era común abreviar de esta manera el apellido, omitiendo el Gutiérrez) diseñó y proyectó un panteón para sus descendientes, sobre cuya puerta se colocaría la inscripción Descansan con los suyos, según el cronista de la villa, Crespín Cuesta que acreditaba y confirmaba que los señores, condes y duques de esta tierra cumplían con una de sus últimas voluntades, que consistía en pasar los últimos años de su vida en el palacio de nuestro pueblo y descansar con el resto de fernannuñenses en el santo (como en Fernán Núñez, llamamos al cementerio)

Sea esta o no la interpretación, lo cierto es que el panteón solo quedó en proyecto. El paso de los años fue alejando a los herederos de la Casa Condal/Ducal de nuestro pueblo. Nuevos títulos, un nuevo palacio en Madrid, grandes ruínas a las que hacer frente, heredadas de las grandes sumas gastadas por el sexto y séptimo conde, empezó a  hacer mella entre las relaciones entre la Villa y la Casa de los Fernán Núñez, que hasta perdió su apellido De los Ríos pasando a ser primero Osorio y luego Falcó.

En la biblioteca municipal, recuerdo vagamente, existía un documento sobre este panteón, confeccionado por un profesor de historia - no lo he podido volver a localizar con el paso del tiempo, pero lo recuerdo con gran claridad- En el documento se observaba como los cuatros pilones que hoy hay en el patio de San Juan o patio primero del Cementerio Municipal, frente a la ermita de San Sebastián marcan este espacio que no puede ser invadido por ninguna otra lápida o tumba, por ser el espacio que se reservó o se reserva para el enterramiento de los nobles.

Pilona 1
Frente a la esquina de la ermita: la pilona 2

Pilona 3

Pilona 4


Por tanto, este espacio, sobre el que ahora se levanta un crucificado de Juan Polo, en su parte central y que preside la entrada al cementerio por su puerta principal, fue el destinado para tal fin.




Y ahora viene la pregunta. Si se construye un panteón en ese lugar, ¿taparía la ermita de San Sebastián  y desvirtuaría la imagen de la portada de tres arcos? El problema lo solucionó el diseñador del panteón, que probablemente fue el mismo sexto conde, con un panteón subterráneo: a través de la ermita de San Sebastián se accedería a una cripta cuyos límites quedaban marcados por los cuatro pilones anteriores.

Esquema de la Cripta Ducal proyectada

Finalmente, la hija del primer duque, Francisca Gutiérrez de los Ríos Lasso de la Vega desechó la idea de sus antepasados y se empezó a construir un panteón en la corte madrileña, donde tenían su nuevo palacio, en unos terrenos adyacentes al Castillo de la Alameda de Osuna, una de sus propiedades en la capital.

Panteón de los Fernán Núñez, en la Alameda de Osuna (Barrio de Madrid)



· Información editada procedente de:
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crepín Cuesta

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lunes, 24 de octubre de 2011

Origen del Cementerio Municipal de Fernán Núñez (II)

Tras la fundación de finales del siglo XVIII que veíamos en la anterior entrada, vino un abandono del campo santo. Parece ser que a pesar de la Real Cédula y de la construcción del nuevo los vecinos siguieron con sus costumbres y se siguió usando los cementerios urbanos y el tiempo no pasaba en balde por el recinto del Monte de la Vieja Ermita.

En 1857, con solo algo más de medio siglo de su creación, este se encontraba en deplorables condiciones de conservación. La ermita estaba casi derruída, con sus puertas inmovilizadas por escombros. Los restos de los cadáveres que se habían enterrado junto a dicha capilla, estaban descubiertos y revueltos con las ruinas, las paredes de la cerca derruidas por muchas partes y desprovistas de cubierta de teja, para preservarlas de los temporales. Algunos de los vecinos profanaban el lugar metiéndose en el interior, con objeto de segar la hierba que crecía, para dar de comer a sus ganados, o de recoger las tablas de los ataúdes para emplearlas como combustible y a veces, hasta introducían ganados para que pastasen. No eran tiempos buenos y la población de Fernán Núñez, hacía uso de lo que encontraba.

La Corporación Municipal trató de remediar la situación disponiendo una reunión el once de abril de 1858, para la cual dispuso que se abriese un camino desde la calle San Sebastián hasta la puerta del cementerio convenientemente afirmado y bordeado de árboles por ambos lados (cipreses), hacer las obras de reparación de la capilla y cercas y finalmente construir la cantidad necesaria de bovedillas para inhumación de cadáveres.


Todo estaba a punto de realizarse cuando intervino en el asunto don José de Villafranca y Guzmán, administrador de la Casa Ducal, haciendo la observación a la corporación de que dicho cementerio fue costeado en su origen por los señores antepasados de la Casa Ducal, en tierras de su propiedad y, por lo tanto, seguía siendo propiedad de la segunda duquesa de Fernán Núñez, Francisca Gutiérrez de los Ríos y Solís, por lo que creía justo que pidiesen autorización para llevar a cabo las obras.

Y así actuó la corporación, recibiendo en mayo de 1859 una comunicación con la cual hacía constar que era voluntad del duque consorte, Felipe Osorio de la Cueva ceder en toda propiedad y posesión al ayuntamiento el terreno y fábrica que constituía dicho edificio, por medio de escritura pública y con conocimiento de las autoridades superiores, civil y eclesiástica de esta provincia, pero con la condición de reservarse, para los usos que se conveniese destinar, el sitio preferente que sus antecesores allí habían marcado para Panteón, libre de toda clase de derechos que impusiese el ayuntamiento.

Pivote que marca el espacio del panteón ducal
Por tanto, tras la cesión el alcalde Adolfo Darhán Gaztel reunió a la corporación el nueve de abril del mismo año decidió dejar constancia de esta donación en el Libro Capitular donde se le agradecía al duque la cesión.

Esta fue la confirmación de aquella primera fundación de 1787 que ratificó como Cementerio de la Villa el lugar donde hoy se ubica, 224 años después.



· Información editada procedente de:
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crepín Cuesta

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sábado, 22 de octubre de 2011

Origen del Cementerio Municipal de Fernán Núñez (I)


Muchas de las entradas que creo suelen usar las obras de Crespín Cuesta o de Alfonso Zurita, los crónistas de nuestro pueblo, las edito, modifico el lenguaje y adorno con fotos, pero como siempre he dicho, el mérito era de ellos. Hoy, escribo una entrada que no está basada en nada de ellos, aunque conseguida gracias a ellos y sus pistas, mi pena es que tengo menos tiempo para dedicarme a estos menesteres, por estar, curiosamente, en Cádiz (ahora después entenderéis lo de Cádiz) y quizás no la termine de completar tanto como quisiera, pero aquí va un escueto resumen.

Fachada del Cementerio Municipal
Supongo que a los fernannuñenses y a los de fuera les sorprenderá saber que la fundación de nuestro actual cementerio exactamente no es de 1860, como vemos en su portada sino de 1787, coincidente en fechas con la Real Cédula que creó Carlos III, a través de la cual en el entrante siglo XIX, produciría la desaparición de los cementerios urbanos que terminaron siendo plazas en su mayor parte. En el lugar del cementerio antes lo que existía eran enterramientos alrededor de la ermita de San Sebastián y un olivar. Los enterramientos eran similares a los que había entorno al resto de ermitas y la parroquia de nuestro pueblo, probablemente pertenecientes a hermanos de la cofradías con sede en la Vieja Ermita.

Plaza conocida como Jardinito de Santa Marina  (años 20) , antiguo cementerio.
 En Fernán Núñez, no regía Carlos III, sino el sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos Rohán y Chavot, pero aplicó la Real Cédula, prohibiendo los enterramientos en el Jardinito de Santa Marina de Aguas Santas y en la Ermita de la Caridad.

Retrato grabado de don Carlos José Gutiérrez de los Ríos, sexto conde
Este, decidió crear un cementerio en las afueras, en torno a la ermita de San Sebastián, en el Monte de la Vieja Ermita, pero para ello, como no, necesitaba un apoyo económico que fruto del azar y su buen hacer como diplomático acabó recayendo en nuestra villa, siendo aquí cuando comienza la historia:

En el año de 1772, se fabricó en El Ferrol un navío de la Real Armada Española: el San Pedro de Alcántara. Dicho barco participó en la Guerra de la Independencia Americana, ya que España declaró la guerra a Gran Bretaña durante la misma, estando del bando de los norteamericanos y tras finalizar la guerra, en 1783, dicho barco partió de El Callao, ciudad peruana, con ocho millones de pesos en oro y 211.440 pesos en lingotes de cobre con destino a la ciudad de Cádiz. Por una serie de circunstancias, el barco, acabó naufragando frente a las costas portuguesas, a la altura de la villa de Peniche al norte de Lisboa, al chocar contra las rocas a las 10.30 de la noche del 2 de febrero de 1786.

Acantilados en la costa portuguesa, próximos a Peniche
 Traía 419 personas, comprendiendo sus oficiales, algunos pasajeros y oficiales de transporte. Perecieron en el naufragio unas 128 personas y el resto consiguió llegar a la orilla.

Tanto la población portuguesa como sus mandatarios colaboraron socorriendo y rescatando a los naúfragos y el embajador de España en Portugal, el sexto conde de Fernán Núñez, que se encontraba en Lisboa, despachó dos misivas, una  a Madrid y otra a Cádiz para relatar lo acontecido  y empezó a tomar las diligencias necesarias para el rescate de los marineros y las mercancias. Ambos países colaboraron en el rescate de manera civilizada, así lo refleja la mayoría de los cronistas de la época tanto lusos como españoles, ya que la noticia se extendió rápidamente por toda España y fue relatada por muchos escritores.

Hoy día se conservan las cartas, gracias a las cuales he descubierto esta historia porque forman parte del Diario curioso, erudito, económico y comercial. En el libro podemos leer una carta de agradecimiento por parte del Tribunal del Consulado y Comercio de Cádiz, que controlaba las mercancias entre América y la ciudad, donde como muestra de su buen hacer ante el naufragio le hace una donación económica al sexto conde de Fernán Núñez, así como dos cuadros del pintor francés Jean Baptiste Pillement, El Naufragio y La recuperación del tesoro de San Pedro de Alcántara, hoy en manos de sus descendientes, desconozco si estuvieron en Fernán Núñez en alguna ocasión.

El Naufragio, de Jean Baptiste Pillement
Y ahora, relato textualmente, lo que decide hacer con dicha dotación, con un fragmento extraído de la carta donde el conde da respuesta al tribunal del Consulado y Comercio de Cádiz:

"... y siendo esta suma fruto de la desgracia de unos honrados e infelices vasallos de nuestro Soberano, me parece más justo se invierta en beneficio de ellos. Por tanto la he destinado desde luego a ayudar a la reedificación de un corto resto, inútil y arruinado albergo antiguo de La Caridad, que subsiste en mi Villa de Fernán - Núñez, y a principiar a construir un cementerio público, proyectado por mí, en el parage más elevado a la inmediación de ella. La experiencia de estos dos últimos años de epidemia ha aumentado mi deseo de verificar estos dos establecimientos que hace tiempo meditaba sin fruto, haciéndome conocer la suma necesidad de ellos... "

Por tanto destinó la compesación a medias con el Hospital de La Caridad y el cementerio, teniendo aquí el germen del actual Cementerio Municipal.

El cinco de mayo de 1787 fue cuando se colocó, en su presencia, la primera piedra del cementerio. En el, señaló también, un lugar para el enterramiento de los eclesiásticos y proyectó un panteón para los señores de la Casa Condal (luego Ducal) otorgando una renta de 5279 reales.


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lunes, 17 de octubre de 2011

La Senda de las Ánimas

En Fernán Núñez existía una cofradía llamada de las Ánimas Benditas, con el fin de honrar a los muertos. Al igual que en nuestro pueblo, se encontraba en muchos otros de nuestro país.

Ahora, por distancia, tiempo y burocracia, no voy a comprobar cuales son los documentos escritos que quedan sobre dicha cofradía, pero su institución en Fernán Núñez se pierde un poco en el tiempo, quedando poco clara y siendo bastante prolongada su presencia en la villa.

En esta cofradía se depositaban los objetos perdidos y a su hermano mayor acudían los que perdían algún objeto y si allí se encontraba depositado, lo recobraban mediante un donativo que se destinaba a sufragios por los difuntos. Cuando lo que se hallaba eran animales y  pasaba un plazo prudencial sin su reclamo, este era subastado públicamente.

Otra de las costumbres de esta cofradía era tener un cerdo, o cochino, como le decimos por aquí,  de su propiedad que andaba libremente por el pueblo, siendo alimentado por los vecinos que arrojaban a la calle restos de comida, granos o desperdicios hasta que llegaba la época de San Martín (once de noviembre) era vendido en subasta, y ya sabemos lo que viene después como vaticina el refrán, destinándose su dinero nuevamente a los fondos de la cofradía.

Hoy quedan dos recuerdos en Fernán Núñez de esta hermandad.

El primero en la iglesia de Santa Marina de Aguas Santas, en una capilla que hoy se le sigue llamando Capilla de las Ánimas. Concretamente se sitúa en el lado del Evangelio, empezando por los pies o en la torre-campanario, con representaciones pintadas de santos carmelitas en las pechinas de la cúpula y en el altar, por ello que también se le denomine Capilla de la Virgen del Carmen, ya que era considerada como la mediadora para conseguir la salvación de las almas del purgatorio, estando por tanto, muy vinculada a la cofradía. Es una capilla muy curiosa, pues tiene una ventana al exterior, cosa poco frecuente en las capillas laterales de dicha iglesia y su altar aún conserva los enganches para colocar velas en sus distintas partes.



El segundo es la Senda de las Ánimas. Este camino al este de Fernán Núñez, partía de las proximidades de la Fuente de los Gitanos, al final del cerro del Higueral y muy próximo al cementerio municipal y la ermita de San Sebastián y se dirigía hacia los pagos de Valdeconejos y La Sargadilla, este último ya perteneciente al término de Montemayor, y en la Sargadilla se unía con el camino que bordea el Cerro de la Horca, y que  concluye en el cementerio municipal de Montemayor.


Vista de la Senda de las Ánimas desde el Cementerio Municipal





En negro, he retocado el trayecto del camino
Según relata el cronista Crespín Cuesta, la cofradía se reunía un día fijo cada semana, con todos sus miembros vestidos rigurosamente de negro y al filo de la media noche, marchando en formación de doble hilera, con hachones encendidos y llevando al frente una cruz, emprendían una especie de peregrinación por la senda que lleva su nombre, rezando en voz alta por las almas de los difuntos.

El espectáculo era impresionante y sobrecogedor y cuentan que las gentes del pueblo subían a las inmediaciones de la ermita de San Sebastián, para admirar desde lejos, la macabra belleza del desfile.

Hoy forma parte de un agradable paseo, pues por ella trascurre la Ruta de las Fuentes que une a Fernán Núñez y Montemayor.

· Información editada procedente de:
Piedras y Cruces. Francisco Crespín Cuesta

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lunes, 10 de octubre de 2011

La ermita de San Sebastián o La Vieja Ermita (I)

UBICACIÓN

La ubicación de la ermita de San Sebastián actualmente, está en la parte inicial del Cementerio Municipal de Fernán Núñez. En su primer patio, frente al cancel de la entrada principal del camposanto.

En rojo, localización del cementerio municipal


No voy a tratar de describir el cementerio, eso lo dejaré para otra entrada pero si del paraje que rodea a este y por inclusión a la ermita.

Ampliación de la imagen anterior: en rojo la ermita, en verde el recinto del cementerio y en naranja la calle San Sebastián
 Esta zona es una de las partes más altas de Fernán Núñez, ronda los 310-320 metros de altitud. Lo demuestra la cuesta que nos lleva al cementerio desde el centro de Fernán Núñez, por la céntrica calle San Sebastián, y en cuyos últimos tramos más próximos al cementerio comienza a aumentar su pendiente.

Tramo final hasta el cementerio

 TOPONIMIA

Es muy curiosa la denominación  de este paraje, porque aquí no existe topónimo concreto si no que la ermita de San Sebastián es quien le da el nombre al sitio, conociéndose como el Monte de la Vieja Ermita (de San Sebastián y Nuestra Señora de los Remedios). La economía del lenguaje hizo que evolucionase hasta El Monte la Vieja, actual.  

La ermita también le da nombre a la calle que la unía con Fernán Núñez: San Sebastián. Parece ser que la ermita fue lo primero que hubo en aquellos terrenos y que destacaba entre los chaparros y el matorral bajo que abundaba desde sus inicios, convirtiéndose en una especie de atalaya que siempre era tomada como punto de referencia en la zona este de nuestro pueblo.

Torre y cúpula del crucero de la parroquia de Santa Marina desde el Monte La Vieja

HISTORIA

Los primeros datos son de 1680, pero con mucha probabilidad su fundación es anterior, situándola a finales del XVI o principios del XVII. La devoción a San Sebastián surge en respuesta a las epidemias de peste que azotaban las poblaciones de Castilla durante la Edad Media y la Edad Moderna. A este se le unía la devoción a Nuestra Señora de los Remedios, que compartió la advocación en esta ermita con San Sebastián durante muchos siglos. 

En ese 1680, una gran epidemia causó muchas víctimas en Fernán Núñez, llenando los enterramientos del cementerio de Santa Marina y de La Caridad y se hizo un enterramiento provisional junto a la ermita de San Sebastián, siendo este el germen de nuestro cementerio actual.

La ermita desde la fachada principal del Cementerio Municipal

Con el paso de los siglos la cosa no mejoró, si no que empeoró y en los años de 1785 y 1786 la peste dejaba la cifra de ocho a diez personas por día en la villa. Finalmente la epidemia se saldó con ochocientos muertos de los dos mil habitantes con los que Fernán Núñez contaba en esas fechas. El sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos Rohán y Chavot autorizó que se hicieran enterramientos imitando a los de 1680, en sus terrenos adyacentes a la ermita.

Grabado del sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos
 Los abogados de la peste, San Sebastián y Nuestra Señora de los Remedios eran traídos al pueblo, en procesión de rogativas para que librase del contagio a los demás habitantes de Fernán Núñez.
 
No nos queda nada de aquella ermita de las epidemias, pues en 1860 se construyó el cementerio en su entorno, pidiendo permiso al sucesor de la casa de Fernán Núñez, la ahora segunda duquesa, Francisca Gutiérrez de los Ríos Lasso de la Vega. Esta cedió el terreno y autorizó la reconstrucción de la ermita, pues esta estaba casi derruida, con sus puertas inmovilizadas por los escombros.



Tenía la ermita una finca de olivar, de cuatro aranzadas, conocida por Olivos de San Sebastián, sobre la cual se construyó el cementerio y el barrio del Monte La Vieja.
En dicha ermita también se estableció la cofradía de San Sebastián de la que también se tiene constancia desde el siglo XVIII. 

La ermita ¿años setenta?

Y eso es lo que queda hoy, una ermita del siglo XIX bastante simple que ha sido reformada en algunas ocasiones durante el siglo XX. Tenía adosada la casa del santero, donde vivía con su familia, de hecho mi madre fue amiga de la hija de uno de ellos y delante de ella había una cruz de término de forja, sobre un pedestal, hoy desaparecida, que fue sustituída por un crucificado del escultor local Juan Polo.


· Información editada procedente de:
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crepín Cuesta
Piedras y Cruces. Francisco Crespín Cuesta

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martes, 4 de octubre de 2011

Algunos apuntes sobre las ermitas de Fernán Núñez

Durante el mes de octubre quería escribir sobre la ermita de San Sebastián por el lugar donde hoy se encuentra, el actual cementerio municipal, pero sería un error empezar a hablar de la misma sin intentar explicar las razones por las cuales las ermitas de Fernán Núñez se encuentran donde están.

A continuación en un supuesto orden cronológico, voy a ir situándolas. Me he basado principalmente en las fisionomía de las calles y algunos estudios del urbanismo de la villa, que fueron publicados en los libros de la Feria de hace unos años. Parecen razonamientos de bastante lógica y que atienden a los periodos constructivos o de expansión que ha vivido nuestro pueblo a lo largo de los siglos.

Cabe destacar la repetición de las advocaciones de las ermitas en los pueblos de nuestro entorno, así como la numerosa presencia de cruces de término. Algunas ermitas recibieron su nombre por albergar a la Hermandad de la Santa Caridad, otras por la devoción a San Sebastián o a la Vera Cruz o incluso "Del Calvario" todas ellas presentes en poblaciones de La Rambla, Montemayor, Montalbán... 

Ermita de San Sebastián de Montemayor
 1. Capilla de Santa Ana (XVI), de Nuestra Señora de la Salud (XVII), de la Caridad (XVIII)

Estas tres advocaciones, a lo largo del tiempo, ha ido recibiendo la ermita situada en la calle Empedrada, hoy llamada Escultor Francisco Bonilla. Por los documentos se puede afirmar y reconocer como la ermita más antigua de todas las de Fernán Núñez (si no aparecen documentos de la ermita de la Vera Cruz o de San Sebastián que así lo contradigan).

La ermita de la Caridad, actualmente
Su creación como capilla del Hospicio de Santa Ana la situaba en una zona colindante a la población, próxima al camino a Córdoba, para que cumpliese su función de Hospicio correctamente, así los peregrinos y visitantes que buscaban asilo la encontraban fácilmente y a la vez estaba alejada del centro de la villa, para evitar contagios e infecciones ya que en el siglo XVI cuando se funda el Hospicio y la capilla, la calle escultor Francisco Bonilla probablemente era la circunvalación del Fernán Núñez medieval. 

En verde la situación de la ermita de La Caridad, en rojo entramado medieval de Fernán Núñez.
 En el anterior dibujo lo que trato de demostrar es como se funda en las afueras, pero no muy lejos de la población y a la orilla del camino principal, la vía que unía Fernán Núñez con Córdoba.

2. Ermita de la Vera Cruz (hoy Parroquia de la Vera Cruz)

No tengo conocimiento sobre su fundación pero algunos documentos nos hacen dilucidar que está también en torno a mediados del siglo XVI, poco después de la de Santa Ana, de la Salud o La Caridad. Juan Aranda Doncel la menciona en su artículo Movimiento cofrade y religiosidad popular durante los siglos XVI y XVII en seis localidades de la Campiña cordobesa : Aguilar, Baena, Espejo, Fernán Núñez, Montemayor y La Rambla,  aportando como fechas 1580 y 1589, mencionando unas obras que se hicieron en la ermita consistentes en el empedrado del suelo y un aposento para el santero.

La torre de la Vera Cruz, integrada en el casco urbano
 Al hablar de aposento del santero parece que deja más claro aún, que nos encontramos en las afueras de Fernán Núñez, ya que la ausencia de vecinos hace necesario que se le adose una vivienda para una persona encargada de su mantenimiento, como en otras ermitas (la del Calvario y la de San Sebastián) También la tradición oral y su propio nombre nos indica que estuvo al lado de una cruz de término, que marcaba el final/principio de Fernán Núñez con el camino que lo unía con la aldea de Abencalez. Se situaba en un montículo, de los de mayor altura del pueblo, siendo la torre de la actual iglesia el edificio más visible de Fernán Núñez, actualmente.

Puede ser que su fundación fuese paralela a la de San Sebastián, por las similitudes: ambas junto a una cruz de término y ambas paralelas en la entrada/salida del pueblo en sus lados oeste y este.

En blanco, lugar donde está la ermita de la Veracruz, en verde la ermita de La Caridad

 3. Ermita de San Sebastián o La Vieja Ermita

Tampoco está recogido en ningún documento de cuándo data la fundación de esta ermita. El primer documento que tenemos es de los Archivos del Cabildo donde refleja que hubo una gran epidemia de peste en 1680 y las víctimas fueron enterradas en un enterramiento junto a ella. Hoy ha quedado más centrada en el casco urbano de Fernán Núñez, por la posterior creación del barrio del Monte de La Vieja Ermita, hoy abreviado en Monte La Vieja

Ermita de San Sebastián en la actualidad

La ermita vigilaba desde su cerro el camino a Montemayor, con una cruz de término y con casa del santero. Hoy está integrada en el cementerio municipal. Así que como mínimo nos vamos al siglo XVII para buscar sus orígenes, pero su nombre popular, ya en desuso, La Vieja Ermita, nos denotaba su antigüedad, aunque lo que veamos hoy es una reconstrucción.  Por tanto, en el siglo XVII la Vera Cruz cerraba el fraco oeste y San Sebastián, el franco este del pueblo. 

En amarillo, la ermita de San Sebastián.
 Y pasó el tiempo y Fernán Núñez creció. Entre los siglos XVII y XVIII las casas se extendieron al frente del casco antiguo, en un cerro paralelo que hoy forman las calles Juan Criado y San José y por tanto, rodeando al antiguo Hospital y Capilla de la Caridad, quedando integrado en el centro del casco urbano. Ahora, la que se encuentra en la circunvalación es la ermita de la Vera Cruz, que es refundada por una de las condesas de nuestro pueblo, pero pierde la característica de ser una de las ermitas de las afueras.

4. Ermita del Calvario.

Fue uno de los condes el que decidió fundar en 1721 una nueva ermita en el camino a Abencalez, para recordar dicha aldea y a una cruz que se eregía en sus proximidades (la de los Desamparados) que más que cruz de término es una cruz conmemorativa de la destrucción de Abencalez por los musulmanes del reino de Granada (aunque también marca el límite de los términos de Fernán Núñez y Abencalez, que hoy no existen por ser todo un mismo término) Ahora sí, volvíamos a tener una nueva ermita a extramuros, a una distancia tan grande como la ermita de San Sebastián.
En azul, la ampliación de Fernán Núñez, en rojo en el camino de Abencalez la ermita del Calvario.

La ermita del Calvario, desde la Ronda de las Erillas
 Quedan en el tintero dos ermitas que aparecen mencionadas por Crespín Cuesta pero sin mucha solidez, que serían las ermitas de San José, en la calle del mismo nombre y la ermita de San Isidro, en frente de la ermita del Calvario, en el pago así denominado.

A finales del siglo XVIII y durante el XIX, Fernán Núñez vivió con gran prosperidad gracias a las reformas de los condes y los repartimientos de tierras de los mismos, de hecho en los mapas anteriores se puede comprobar como durante el XIX y el XX, Fernán Núñez, cuatriplicó su superficie, por el gran aumento de población, superando a sus vecinos de Montemayor y La Rambla, municipios que históricamente siempre habían ganado en población a la villa.

La ermita de la Veracruz, ya estaba totalmente rodeada de vivienda y la expansión urbana alcanzó a la ermita de San Sebastián, que mantiene algo más de distancia de las viviendas por estar rodeada del cementerio municipal, pero aún así, tiene casas próximas.

Finalmente se tuvo que convertir la ermita de la Vera Cruz en Parroquia de la Veracruz, para el reparto de la feligresía del pueblo.


Más información sobre otras ermitas de Fernán Núñez:
La Vera Cruz