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lunes, 4 de abril de 2011

La ermita de la Caridad (II)

FINALES DEL XVII  E INICIOS DEL SIGLO XVIII: ERMITA Y HOSPICIO DE LA SALUD.

En el año 1688 entran tres personas en la historia de este Hospicio y ermita, que volvieron a levantar el Hospicio, cerrado unos años atrás por falta de sustento:

- El tercer conde don Francisco de Gutiérrez de los Ríos
- El presbítero de Santa Marina de Aguas Santas, don Juan Criado de Fuentes
- El Padre Fray Diego de Córdoba, del convento de San Francisco de Montilla (luego Convento de San Lorenzo)

Restos del Convento franciscano de Montilla
Fray Diego de Córdoba escribio al Cardenal Salazar pidiéndole abrir un hospicio, pues los peregrinos que iban a Santiago de Compostela no encontraban cobijo en Fernán Núñez porque la mayoría de los vecinos pensaban que se trataban de moriscos. La carta decía así:
Excmo. Sr.: Fray Diego de Córdoba, Predicador y Guardián del Convento de Nuestro Padre San Francisco, de Recoletos de la ciudad de Montilla, provincia de Granada. A los pies de Vª Sª dice: Que hallándose el Sr. Conde de Fernán Núñez en ánimo de hacer un hospicio en su Villa, para el consuelo espiritual y bien de los fieles, manteniendo en el cuatro religiosos, dándoles lo necesario de pan, vino y aceite, para que estén continuamente en dicha Villa de Fernán Núñez, asistentes a confesar y ejercitar los demás ministerios que se ofrecieren, sin tener el trabajo de andar dos leguas desde el dicho convento de Montilla, como antes venían, Suplica a Vª Eª le conceda licencia para el dicho efecto, al dicho padre guardián y para que a Vª Eª le conste lo referido ofrece consentimiento del dicho Sr. Conde que está puesto a traer cada vez que Vª Eª se lo mande, cuya Eminentísima persona guarde Dios en su mayor Grandeza.

A lo que el Cardenal respondió:
Visto este memorial y atendiendo a las causas que en el se nos representan, damos nuestra licencia para que se haga el hospicio que se pretende, con tal que antes de seis días se presenten los consetimientos del Sr. Conde, y de la villa informen el Vicario y Clero de ella. Córdoba, Septiembre 16 de 1688. El Cardenal Salazar.
El fraile montillano leyó dicha carta al cabildo en la Sala Capitular de nuestra villa el 19 de Septiembre de 1688, recibiendo el visto bueno y la subvención del conde don Francisco, pero que no sería del todo suficiente.

Por tanto, se creó el Hospicio de la Salud que se instaló en el edificio del antiguo Hospital de Santa Ana, siendo nuevamente acondicionado para tal fin , incluyendo un cambio de advocación de su ermita, por el de Nuestra Señora de la Salud y se destinó a recoger niños expósitos ademas de sus iniciales funciones del anterior siglo. Sin embargo, al seguir instalada la  Cofradía de La Caridad  en dicha capilla se siguió llamándolo como el Hospicio u Hospital de la Caridad y a la ermita como "la ermita del Hospital  donde está la cofradía de La Caridad", o dicho de forma más corta: la ermita de la Caridad, aunque su nombre verdadero era "de la Salud".

Pero para su creación se necesitó la ayuda de Juan Criado que fue el que trató de convencer a la población de aquella época de lo necesaria que era su colaboración en la creación del nuevo hospicio. Y aquí es donde se mezcla la leyenda con la historia, pues parece ser que consiguió el apoyo de los vecinos gracias a que encontró la campana de la iglesia destruída en el 1385 por los árabes de la aldea precursora del Fernán Núñez actual: Abencalez.

Espadaña de la actual ermita
 El Hospital volvió a quedar abandonado al fallecer el tercer conde en el mes de abril de 1721.

Nuevamente tampoco conocemos como era el aspecto de la ermita en este periodo y si se reformó la inicial del siglo XVI. Lo que si parece probable es que se añadiesen o ampliase, y que se colocase una espadaña para situar dicha campana.

Información editada y ampliada procedente de:
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crespín Cuesta

Entradas relacionadas:
La ermita de La Caridad (I)


 Juan Criado, La Caridad y la campana de Abencalez

viernes, 21 de mayo de 2010

Los restos de Abencalez en otros monumentos

A parte de la supuesta campana encontrada en el siglo XV por Juan Criado, otros restos de la aldea, sobre todo de la torre en torno a la cual se encontraba, fueron destinados a la construcción del castillo de Montemayor.

La población actual de Montemayor surgió cuando, a partir del año 1340, Martín Alonso de Córdoba trasladó a éste lugar a los pobladores del cercano castillo de Dos Hermanas, para mejorar así la defensa del territorio que un siglo antes conquistara Fernando III.

El Castillo de Dos Hermanas tras su conquista a los árabes fue donado a Fernán Núñez de Témez. Don Fernán Núñez y doña Ora tuvieron nueve hijos; pero de ellos sólo nos interesan  dos. El primero, llamado Alonso Fernández de Córdoba, que fue tercero en el orden de nacimiento, sucedió a su padre en el señorío de Dos Hermanas, por haber muerto el mayor de sus hermanos, Nuño, luchando contra los benimerines de África, cerca de Ecija. El segundo fue Ruy, que llegó a ser Canónigo de la Santa Iglesia de Córdoba.

Torre del Homenaje del Castillo de Montemayor

Fue D. Alonso, Adelantado Mayor de la Frontera, Alcaide de Alcalá la Real, Alcalde Mayor de Córdoba, primer señor de Montemayor, por compra de este territorio a la Corona, y progenitor de toda la gran Casa de Córdoba, en la que se cuentan seis grandezas de España, diez y siete Casas tituladas y muchísimas de vasallaje y mayorazgos de gran antigüedad.

Don Alonso, por ser hijo y nieto de los conquistadores de Córdoba, tomó este apellido, que ya fue concedido a su abuelo y padre de doña Ora, Domingo Muñoz, por privilegio real, olvidando el de su padre, si bien conservó las armas de la Casa de Témez, que pasaron a ser las de Córdoba: tres franjas rojas horizontales, en campo de oro. Casó con doña Teresa Ximénez, hija de Don Pedro Bandoma de Góngora, primer señor de la Zarza y el Cañaveral, miembro de la ilustre Casa de Góngora en Córdoba, cuyas armas fueron cinco leones de oro en campo rojo, colocados en forma de cruz.

Su hermana, doña Constanza Fernández de Córdoba, recibió en dote el señorío de Fernán Núñez. Casó con don Lope Gutiérrez de Haro, hijo del conquistador don Pedro Díaz de Haro, el cual aportó al matrimonio el señorío de la torre de Abencalez, con lo cual este señorío y el de Fernán Núñez quedaron definitivamente unidos, como veíamos en la anterior entrada.

El hijo de Don Alonso, Martín Alonso de Córdoba destruyó parcialmente la antigua fortaleza musulmana de Dos Hermanas para aprovechar sus materiales en la construcción de lo que posteriormente sería el castillo de Montemayor. Así pues, la fundación de Montemayor comenzó con la construcción de su castillo, a cuyo alrededor se fue asentando la población. Martín Alonso contrajo matrimonio con su prima  Aldonza López de Haro, que por herencia era la 5ª señora de Fernán Núñez, uniéndose durante este matrimonio los señoríos de Dos Hermanas, ya Montemayor y Fernán Núñez y Abencalez.

Actuales restos de Dos Hermanas

Por tanto, Don Martín Alonso aprovechó los restos de la antigua torre del territorio de su esposa también para la construcción de su nueva fortaleza en Montemayor. Incluso esto llega a ser una baza para algunos historiadores que demuestran que hayan restos en el castillo de origen romano por ser procedentes de distintos sitios tanto de Dos Hermanas, que algunos autores citan como la antigua Soricaria romana como los de Abencalez, sembrando la gran polémica de si Ulia se encontraba en las proximidades de Fernán Núñez y Abencalez y fueron trasladados restos de este sitio hasta el actual castillo de Montemayor. Lo cierto, es que ambos términos son muy abundantes en restos romanos y carece de peso toda esta hipótesis de traslado de elementos romanos. Lo que si dejan claro es que parte de la torre fue usada para construir el nuevo castillo junto con los restos traídos desde Dos Hermanas (los restos de esta población y castillo se pueden visitar en la Carretera que une Espejo con Montemayor, en el cortijo del mismo nombre)

Rompiendo con la parte histórica ... yo me pregunto ¿qué pasaría si hoy día nos dijesen que de buenas a primeras nuestros gobernantes son para Montemayor y para Fernán Núñez al mismo tiempo? ¡Ay si nuestros vecinos supiesen que hay tanto pasado en común...! (y para otro día dejamos la historia de los Chuscarraos)

jueves, 15 de abril de 2010

Juan Criado, La Caridad y la Campana de Abencalez


La primera vez que tuve noticia de esta leyenda o hecho histórico (nunca supe muy bien como ha sido reconocido) fue una tarde en la biblioteca. Acababan de donar muchos libros de la historia local y de la provincia y ni corto ni perezoso me cogí uno de Crespín Cuesta que si no recuerdo mal  mezclaba relatos con historia (Cruces y Piedras) Allí me quedé embobado leyendo la historia de Juan Criado de Fuentes, presbítero de la Iglesia de Santa Marina. Cuenta la tradición que en el siglo XVII dejó de haber hospicio en nuestro pueblo y  Juan Criado, andaba buscando ayuda para su refundación.

Este, ante la desesperación y la falta de comprensión y compromiso de los vecinos acudió a la zona de la antigua aldea de Abencalez, que llevaba desde 1385, destruída y saqueada por los árabes (y a posteriori por el resto de habitantes del pueblo y alrededores).

Casualidad o no, encontro la que era, según el, la antigua campana de la iglesia de la aldea y con este reclamo milagroso consiguió las colaboraciones necesarias pa la construcción del hospicio. Ese hospicio se ubicaba en las casa adyacentes de la actual ermita de La Caridad, que era su antigua capilla,  donde se encontraba desde albergue hasta sepultura.

En dicha capilla, en un principio bajo la advocación de Santa Ana, más tarde como Nuestra Señora de la Salud (según el Madoz de 1847), existía una espadaña, similiar a la actual donde se colocó dicha campana mozárabe.


Campana mozárabe del museo Arqueológico de Córdoba
(con posible similitud a las de Abencalez)

Hoy no queda nada de aquella época, donde aquella capilla llegó a ser la parroquia principal del pueblo, mientras se reconstruía la Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas en el siglo XVIII (a partir de 1724 y hasta 1739). Fue incendiada en la Guerra Civil y reconstruída años después. Sigue habiendo una espadaña y con una campana, que difícilmente tenga que ver algo con aquella que se custodiaba siglos atrás...
Dificilmente sabremos de su paradero y qué fue de ella, pues no tengo confirmación, pero es muy dudoso que siga en dicho lugar.

Lo que si queda es gran parte del Archivo de la Cofradía de la Santa Caridad que gestionaba el hospicio, teniendo documentación desde 1568, inicio de su andadura donde se detallan las condiciones que han de guardar y hacer los que quieran ser hermanos. Los legajos se prolongan hasta 1896. Se encuentran en el archivo parroquial.

Aprovechando unas obras, se tiró el muro que unía el patio o restos de la construcción, posiblemente parte del antiguo hospicio. Se puede ver como quedan los restos de una puerta lateral, actualmente tapiada y de construcciones adosadas a la nave de la capilla así como ventanas (probablemente tenga que ver con la reconstrucción de la época actual)


No sé que uso dará nuestro ayuntamiento, en el caso de que fuese de propiedad municipal, a dicho espacio, pero dando una simple opinión es que se podría adecentar, y hacer una bonita plaza, para esa zona del pueblo donde su idiosincrasia medieval hace que los espacios abiertos sean menores. Sería tan sencillo como costruir el muro pero con una reja, como si siguiese siendo el patio de la antigua capilla, con algunos naranjos y una pequeña fuente y ya poniendonos utópicos, un sitio donde cualquier vecino se pueda ir a disfrutar con un buen libro y la sombra de un buen árbol.  Por una vez, demos algo de coherencia a lo histórico en nuestro casco antiguo.

lunes, 22 de marzo de 2010

Ubicación de Abencalez (Segunda parte)

En la anterior entrada, ya veíamos como Crespín Cuesta situaba el núcleo mayor de población al oeste de la actual población, pero ¿en qué sitio concretamente?

¿Cuáles son los documentos o vestigios en los que nos podemos basar para situar Abencalez?

1)Algunos documentos de la casa ducal, que a día de hoy continúan poseyendo el título de Vizcondes de Abencalez.

Como ejemplo citamos la siguiente escritura pública del Conde don Francisco de los Ríos, que Alfonso Zurita Villalba aportaba a la Revista de Feria de 1988. En ella, el nueve de diciembre de 1702 en Cádiz, donde se encontraba ejerciendo de Capitán General de la Artillería y de la Armada del océano. En ella hace donación al concejo de la villa de 17 fanegas de tierra que están en el trance y sitio que dicen del Pozuelo, donde estuvo antiguamente la población de Abencalez.
Y es que las posesiones ducales en la zona eran muy abundantes. Puesto que son los terrenos que fueron conquistados por Pedro Díaz de Haro, y entregados en donadío por el rey Fernando III y que por uniones matrimoniales acabaron unidas a la de los herederos de Fernán Núñez de Témez y sus descendientes a lo largo de la Edad Moderna y Contemporánea.

2)Lápida de la antigua Cruz de los Desamparados.

Esta cruz contenía una lápida, conservada gracias al escultor local Juan Polo, y hoy, junto a una copia, se encuentra en la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas, concretamente en la capilla de la titular de la parroquia (antigua capilla del Bautismo). La lápida, fechada en 1717 cuenta el relato de la aparición de la patrona de nuestra villa citando literalmente "en este sitio por donde encontramos el lugar de Abencalez"


3) Restos arqueológicos

Existen una serie de muros en la parte media-baja de la loma que se situa al oeste del actual pueblo. Una loma que en algunos tramos presenta vegetación típica de bosque mediterráneo y fuertes pendientes, aunque hoy día muy suavizadas por las labores agrícolas.


Es muy dificil dar con los restos de esta alquería y su torre por uso de material para construcción de edificios del antiguo y del actual Fernán Núñez y hasta del cercano castillo de Montemayor.

En la cuesta de las huertas encontramos muros, relacionados con construcciones hidráulicas romanas por algunos expertos. Lo cierto que aunque fuese hidráulico en época romana no sé ha descrito si tuvo alguna función en la época árabe.

En la Estacada, en su parte más baja, se encuentran otros muros también sin función muy conocida.



Y mezclando un poco con la leyenda, aquí un ilustre vecino, Juan Criado, encontró una campana que atribuyó a la antigua iglesia de la aldea en el siglo XV. Hecho, que siendo realidad o ficción, si que demuestra el continuo uso de los materiales de Abencalez por los habitantes de Fernán Núñez en sus construcciones

4) Toponimia

Por último nos queda buscar alguna referencia sobre nuestra torre, algo que nos indique que en esa zona hubo alguna construcción. Es así como me fijé en la Colada de Puerta Alta. Es llamativo como de repente en una zona alejada del núcleo del actual Fernán Núñez, encontremos un camino con dicho nombre.  Se continúa dicho pago con el nombre de Puerta Baja. Pueden hacer referencia a las puertas de alguno sde los recintos amurallados de la alquería. Dichas poblaciones no solo contaban con una torre, sino con varios recintos amurallados que las protegían, normalmente construídos con tapial.


CONCLUSIONES

La zona más lógica para situar Abencalez, iría desde la actual Cruz de los Desamparados hasta el inicio de la Colada de Puerta Alta, justo próximo a la zona donde quedan unos pilares de la cerca que protegía a los olivos ducales de El Realengo.

La zona de mayor pendiente presenta restos de vegetación mediterránea y restos de estructuras defensivas como muros. Esta zona es bastante húmeda en época de lluvias y una vez termina, unos pocos metros más arriba de la actual carretera del pozuelo conforma un pequeño altiplano que permite una buena defensa y una visión bastante espectacular de toda la campiña, sobre todo la vega del Ventojil donde se ubicaban el resto de torres vigias.


Al no disponer de restos arqueólogicos que corroboren esta hipótesis, esto no queda más que en eso una hipótesis, pero seguro que algo aporta sobre donde se encuentra una parte importante de la historia de nuestro pueblo.
Especial atención requiere actualmente esta zona por la gran cantidad de segunda residencias que nuestros vecinos se están haciendo y que probablemente no sientan ningún interés por respetar en cierto modo un lugar con tanta historia en sus entrañas.