domingo, 30 de mayo de 2010

Aviso para navegantes

Más o menos tenía pensado actualizar cada semana. Pero por las circunstancias actuales, viajes y exámenes hasta mediados de Julio... no creo que pueda dedicar mucho tiempo. Actualizaré pero en entradas pequeñas que no requieran mucha búsqueda de información.

Aprovecho para animaros a dejar comentarios. Ya están apareciendo algunos seguidores, cosa que me hace ilusión, es señal de que alguien sigue el blog, al menos.

Y sobre todo a que colaboréis ampliando la información, poniendo vuestras pegas y sugerencias: lo que más me gustaría de todo esto es aprender todavía más cosas sobre nuestro pueblo y por eso lo hago.




En fin, nombremos a Ceres, como se hace en la placa de la Puerta lateral de Santa Marina que recuerda a Realito, a ver si hay buenos trigos y trae algo de abundancia, ¡que menudo año!

viernes, 21 de mayo de 2010

Los restos de Abencalez en otros monumentos

A parte de la supuesta campana encontrada en el siglo XV por Juan Criado, otros restos de la aldea, sobre todo de la torre en torno a la cual se encontraba, fueron destinados a la construcción del castillo de Montemayor.

La población actual de Montemayor surgió cuando, a partir del año 1340, Martín Alonso de Córdoba trasladó a éste lugar a los pobladores del cercano castillo de Dos Hermanas, para mejorar así la defensa del territorio que un siglo antes conquistara Fernando III.

El Castillo de Dos Hermanas tras su conquista a los árabes fue donado a Fernán Núñez de Témez. Don Fernán Núñez y doña Ora tuvieron nueve hijos; pero de ellos sólo nos interesan  dos. El primero, llamado Alonso Fernández de Córdoba, que fue tercero en el orden de nacimiento, sucedió a su padre en el señorío de Dos Hermanas, por haber muerto el mayor de sus hermanos, Nuño, luchando contra los benimerines de África, cerca de Ecija. El segundo fue Ruy, que llegó a ser Canónigo de la Santa Iglesia de Córdoba.

Torre del Homenaje del Castillo de Montemayor

Fue D. Alonso, Adelantado Mayor de la Frontera, Alcaide de Alcalá la Real, Alcalde Mayor de Córdoba, primer señor de Montemayor, por compra de este territorio a la Corona, y progenitor de toda la gran Casa de Córdoba, en la que se cuentan seis grandezas de España, diez y siete Casas tituladas y muchísimas de vasallaje y mayorazgos de gran antigüedad.

Don Alonso, por ser hijo y nieto de los conquistadores de Córdoba, tomó este apellido, que ya fue concedido a su abuelo y padre de doña Ora, Domingo Muñoz, por privilegio real, olvidando el de su padre, si bien conservó las armas de la Casa de Témez, que pasaron a ser las de Córdoba: tres franjas rojas horizontales, en campo de oro. Casó con doña Teresa Ximénez, hija de Don Pedro Bandoma de Góngora, primer señor de la Zarza y el Cañaveral, miembro de la ilustre Casa de Góngora en Córdoba, cuyas armas fueron cinco leones de oro en campo rojo, colocados en forma de cruz.

Su hermana, doña Constanza Fernández de Córdoba, recibió en dote el señorío de Fernán Núñez. Casó con don Lope Gutiérrez de Haro, hijo del conquistador don Pedro Díaz de Haro, el cual aportó al matrimonio el señorío de la torre de Abencalez, con lo cual este señorío y el de Fernán Núñez quedaron definitivamente unidos, como veíamos en la anterior entrada.

El hijo de Don Alonso, Martín Alonso de Córdoba destruyó parcialmente la antigua fortaleza musulmana de Dos Hermanas para aprovechar sus materiales en la construcción de lo que posteriormente sería el castillo de Montemayor. Así pues, la fundación de Montemayor comenzó con la construcción de su castillo, a cuyo alrededor se fue asentando la población. Martín Alonso contrajo matrimonio con su prima  Aldonza López de Haro, que por herencia era la 5ª señora de Fernán Núñez, uniéndose durante este matrimonio los señoríos de Dos Hermanas, ya Montemayor y Fernán Núñez y Abencalez.

Actuales restos de Dos Hermanas

Por tanto, Don Martín Alonso aprovechó los restos de la antigua torre del territorio de su esposa también para la construcción de su nueva fortaleza en Montemayor. Incluso esto llega a ser una baza para algunos historiadores que demuestran que hayan restos en el castillo de origen romano por ser procedentes de distintos sitios tanto de Dos Hermanas, que algunos autores citan como la antigua Soricaria romana como los de Abencalez, sembrando la gran polémica de si Ulia se encontraba en las proximidades de Fernán Núñez y Abencalez y fueron trasladados restos de este sitio hasta el actual castillo de Montemayor. Lo cierto, es que ambos términos son muy abundantes en restos romanos y carece de peso toda esta hipótesis de traslado de elementos romanos. Lo que si dejan claro es que parte de la torre fue usada para construir el nuevo castillo junto con los restos traídos desde Dos Hermanas (los restos de esta población y castillo se pueden visitar en la Carretera que une Espejo con Montemayor, en el cortijo del mismo nombre)

Rompiendo con la parte histórica ... yo me pregunto ¿qué pasaría si hoy día nos dijesen que de buenas a primeras nuestros gobernantes son para Montemayor y para Fernán Núñez al mismo tiempo? ¡Ay si nuestros vecinos supiesen que hay tanto pasado en común...! (y para otro día dejamos la historia de los Chuscarraos)

miércoles, 5 de mayo de 2010

La tradición de Santa Marina de Aguas Santas en Abencalez [2]

Desde mediados del siglo XIII hasta unas décadas antes de la conquista de Granada en 1492 estas tierras eran continuamente asaltadas por los musulmanes del cercano Reino de Granada. Sin duda para nuestra historia local, la más decisiva fue en 1382 (o 1385, no queda claro). La aldea y su torre ya están vinculadas al castillo recién creado en torno a la torre de Fernán Núñez de Témez, ya que por unión matrimonial a finales del siglo XIII, del hijo del conquistador de la torre de Abencalez, don Lope Gutierrez de Haro con la hija de Fernán Nuñez de Témez, doña Constanza Fernández de Córdoba el señorío de Abencalez y el de Fernán Núñez ya eran solo uno. Unión que quedó reflejada en el escudo de nuestro pueblo.

Dos torres unidas por un arco: la torre de Abencalez y la de Fernán Núñez

Ahora solo quedaba algún hecho decisivo para trasladar la población y unificar el nuevo centro militar (el castillo) con los habitantes del señorío. Este castillo tenía más posibilidades de soportar los ataques árabes que la vieja torre de Abencalez y dominaba mejor las vistas sobre la vega del Guadajoz, vía de las principales incursiones. Se puede decir que a los árabes si les interesaba mirar hacia la antigua Córdoba califal por eso la importancia de la torre de Abencalez en su ubicación al noroeste, frente a la de la nueva fortaleza cristiana mirando hacia el reino de Granada.

Pero los árabes conocían donde se encontraban las debilidades de nuestro territorio así que tras intentar el asalto a la fortaleza, se dirigieron en ese fatídico 1385 a la pequeña e indefensa aldea. Y así, fue, la aldea fue totalmente destruída y saqueada se vió obligada a desplazarse a las inmediaciones del nuevo castillo.

A partir de aquí es donde se mezcla toda la parte anterior, histórica, con la leyenda o tradición. Se cuenta que una pastora de Abencalez, horas antes del saqueo andaba por las afueras de la aldea cuando se le apareció una mujer que decía ser Santa Marina de Aguas Santas y le encomendó la tarea de ir a Abencalez a avisar a todos sus vecinos del desastre que iba a ocurrir y que recogiesen todos los vasos e imágenes sagradas de la iglesia y se trasladasen hasta el castillo de Fernán Núñez. Para dar credibilidad de sus palabras la santa hizo brotar agua de la tierra. Dicho manantial se ha conservado hasta tiempos recientes con el nombre de "Pocito de Santa Marina"

La pastora avisó a sus vecinos, algunos la siguieron y otros decidieron permanecer en Abencalez. Los árabes llegaron y aquellos que permanecían en la aldea fueron apresados o asesinados. Para conmemorar este hecho al poco tiempo se construyó un monumento cuya alta base soportaba un crucifijo de piedra berroqueña que perduró hasta 1934 cuando fue demolido. Este monumento se le conocía como Cruz de los Desamparados, en memoria de todos aquellos que no se refugiaron en el castillo y fallecieron o fueron apresados. Adosada a la peana, por la parte de atrás llevaba una gran lápida que en 1717 mandó colocar el Conde don Francisco Gutiérrez de los Ríos, que es lo único que se conserva del monumento, hoy situada en la capilla de Santa Marina (antigua del bautismo, en la Parroquia de Santa Marina) en la cual se expone:

Es tradición inconclusa haberse aparecido la Gloriosa Virgen y Mártir Santa Marina, la que llaman de Aguas Santa en Galicia, muy venerada por su patrono, Don Fernán-Núñez de Témez, a una pastora que rezando pastaba algún ganado en este sitio por donde entramos al lugar de Abencalez, habitado por cristianos mozárabes, en tiempos de moros, ordenándole que fuese prestamente al lugar y dijese que los moros irritados, habían de venir a destruirlo y que asegurasen los sagrados vasos e imágenes en la villa de Fernán-Núñez que ya estaba fortificada. Entonces rompiéndose milagrosamente una peña, quedó abierto el pocito que se llama desde entonces de Santa Marina, y su agua entra por su pie en el humilladero, sin haberse agotado su caudal; que la nombrasen Patrona de Fernán-Núñez como se hizo inmediatamente, asegurando que por su intercesión no permitiera nuestro Señor que hubiese peligro en Fernán-Núñez y que se librarían de muchas enfermedades los que usasen fervorosamente de aquel agua y pocito, como reliquia de la Santa. Todo lo cual se ha verificado por la experiencia de mas de cuatrocientos años, y lo acredita el busto de la pastora con el rosario en la mano y corona de resplandores, que en esta Santa Cruz se ve, puesta poco tiempo después. En cuya memoria y por devoción hizo el Excelentísimo Señor Conde de Fernán-Núñez, Señor de esta villa y la de Abencaez, que esta lápida se pusiese a quince de Abril de 1717.

Aquí se vuelve a dejar constancia de la devoción por parte de Fernán Núñez de Témez, y de sus sucesores, hacia Santa Marina, pero no de como llega hasta Abencalez, aldea que no era de la juridiscción de don Fernán Núñez de Témez ni fue conquistada por el, surgiendo así la hipótesis expuesta en la primera parte de esta entrada de que más bien la devoción en la aldea surgió de manos de los repobladores gallegos de Abencalez, independientemente de la devoción que profesase el capitán gallego.

Es muy asombrosa la descripción de la cruz que se hacía en la lápida, sobre todo si se compara con la sobriedad de la actual cruz del siglo XX.

sábado, 1 de mayo de 2010

Cruces en Fernán Núñez

Amoldándonos un poco a las fiestas de estos días, vamos a hacer un repaso breve por las cruces que están o alguna vez estuvieron en nuestro pueblo. Lo suyo sería hablar de la tradición de las cruces de Mayo, pero eso lo dejaremos para otra entrada. Son muchos recuerdos y fotos que habría que buscar... así que para otro momento.

Las cruces de término, en el territorio de Castilla y Aragón y los cruceros, en Galicia y Portugal eran cruces que se erigían normalmente en las afueras de los pueblos, adyacentes a los caminos principales. Eran cruces conmemorativas de acontecimientos históricos o bien, simplemente, un símbolo de la piedad de los vecinos de la población cercana. En nuestro pueblo encontramos las siguientes cruces, de las cuáles dos si que fueron cruces de término, o cumplían estrictamente con esta definición (la de la Vera-Cruz y la de los Desamparados) Tengo constancia de otras en pueblos cercanos como el de Montalbán de Córdoba.

Por otro lado, es muy típico que se situase alguna ermita en torno a la cruz.


Cruz de la Ermita de San Sebastián


Antes de la creación del actual cementerio en el siglo XIX. El camino que salía del sureste hacia Montemayor estaba iniciado por la Ermita de San Sebastián y la Virgen de los Remedios. Apenas hay datos sobre cuando se construyó dicha ermita, por tanto tampoco acerca cuando se instaló la pequeña cruz de forja que había en un pilar. Posteriormente la cruz fue sustituída por un Crucificado de Juan Polo en bronce.

Ermita de San Sebastián, 1980

Es, por tanto, una de las típicas cruces de término que se situaban en las afueras de nuestro pueblo, con un pilar de obra y una pequeña cruz de forja. La cruz y el pilar fueron tirados tras la colocación del cristo de Juan Polo, por los técnicos del ayuntamiento, sin ni siquiera pararse a pensar en que podía tener algún significado histórico.


Cruz de los caídos del Jardinito de Santa Marina de Aguas Santas.

El origen de esta cruz era conmemorar los caídos durante la Guerra Civil. Antes de la creación del paseo de Santa Marina en 1816, había un pedestal en ese jardín, pero no tengo noticias sobre si contenía una cruz. Con la llegada de la democracia se quitó la cruz y se fue eliminando el jardín.

Jardinito de la Parroquia de Santa Marina en 1970


Cruz de la Vera Cruz. Aledaños de la Parroquia de la Vera Cruz.

Al otro lado de la población, teníamos esta cruz de término. Según cuenta la tradición esta contenía un trozo de la vera cruz de Cristo, una de las reliquias traídas por Santa Helena de Tierra Santa que tanto proliferaron en la Edad Media por pueblos y ciudades. No queda nada de dicha cruz, solo el nombre de la que, primero fue ermita y luego iglesia de la Vera Cruz y Virgen de los Dolores,  refundada por la cuarta condesa doña Ana Francisca Gutiérrez de los Ríos en torno a 1721 y 1734.


Actual Parroquia de la Vera Cruz, obra de Carlos Saénz de Santamaría

La Cruz de San Marcos

Situada en el actual paseo de Santa Marina, anteriormente conocido como explanada del Retamar, ya en las afueras del antiguo Fernán Núñez medieval. Apenas conocemos su aspecto y su ubicación concreta, quizás fue sustituía por el triunfo de Santa Marina.


La Cruz de la Calle Hermano Bonifacio

En el cruce de la actual calle Hermano Bonifacio, con la calle Cervantes y Ramón y Cajal, próxima a las antiguas fábricas harineras había otra cruz de término parecida a la del cementerio, que Antonio Cosano describe así: era un sencillo pilar encalado con "templetito", ligeramente abombado en su base, similar a los de la fuente de los Caños Dorados, y arriba una pequeña cruz de forja similar a la que había en el cementerio.

La Cruz de los Desamparados

Cruz de término que conmemora la incursión árabe que en 1382 acabó con la población de Abencalez. La mayoría de la población acudió al Castillo de Fernán-Núñez (actual Palacio Ducal) que soportaba bien este tipo de ataques, pero no todos pudieron refugiarse y algunos decidirían no abandonar su aldea. La cruz honraba a aquellos habitantes que no quedaron bajo el amparo del castillo de Fernán-Núñez y fue erigida en el lugar donde cuenta la tradición Santa Marina de Aguas Santas se apareció a una vecina de Abencalez para prevenir sobre lo que iba a suceder. Lo único que queda de la antigua cruz, la cual fue sustituída en el siglo XX por su mal estado, es una piedra ubicada en la capilla de Santa Marina dentro de la Parroquia del mismo nombre.

Cruz de los Desamparados a finales de los noventa

Es la única que queda y nosotros tenemos la obligación la de mantenerla, cuidarla y respetarla, quizás no tengamos la posibilidad de hacerlo de forma material pero si de forma moral. Independientemente de creencias religiosas, por su valor cultural y por el recuerdo de nuestros primeros antepasados y vecinos.

¡A disfrutar de las cruces!