sábado, 22 de octubre de 2011

Origen del Cementerio Municipal de Fernán Núñez (I)


Muchas de las entradas que creo suelen usar las obras de Crespín Cuesta o de Alfonso Zurita, los crónistas de nuestro pueblo, las edito, modifico el lenguaje y adorno con fotos, pero como siempre he dicho, el mérito era de ellos. Hoy, escribo una entrada que no está basada en nada de ellos, aunque conseguida gracias a ellos y sus pistas, mi pena es que tengo menos tiempo para dedicarme a estos menesteres, por estar, curiosamente, en Cádiz (ahora después entenderéis lo de Cádiz) y quizás no la termine de completar tanto como quisiera, pero aquí va un escueto resumen.

Fachada del Cementerio Municipal
Supongo que a los fernannuñenses y a los de fuera les sorprenderá saber que la fundación de nuestro actual cementerio exactamente no es de 1860, como vemos en su portada sino de 1787, coincidente en fechas con la Real Cédula que creó Carlos III, a través de la cual en el entrante siglo XIX, produciría la desaparición de los cementerios urbanos que terminaron siendo plazas en su mayor parte. En el lugar del cementerio antes lo que existía eran enterramientos alrededor de la ermita de San Sebastián y un olivar. Los enterramientos eran similares a los que había entorno al resto de ermitas y la parroquia de nuestro pueblo, probablemente pertenecientes a hermanos de la cofradías con sede en la Vieja Ermita.

Plaza conocida como Jardinito de Santa Marina  (años 20) , antiguo cementerio.
 En Fernán Núñez, no regía Carlos III, sino el sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos Rohán y Chavot, pero aplicó la Real Cédula, prohibiendo los enterramientos en el Jardinito de Santa Marina de Aguas Santas y en la Ermita de la Caridad.

Retrato grabado de don Carlos José Gutiérrez de los Ríos, sexto conde
Este, decidió crear un cementerio en las afueras, en torno a la ermita de San Sebastián, en el Monte de la Vieja Ermita, pero para ello, como no, necesitaba un apoyo económico que fruto del azar y su buen hacer como diplomático acabó recayendo en nuestra villa, siendo aquí cuando comienza la historia:

En el año de 1772, se fabricó en El Ferrol un navío de la Real Armada Española: el San Pedro de Alcántara. Dicho barco participó en la Guerra de la Independencia Americana, ya que España declaró la guerra a Gran Bretaña durante la misma, estando del bando de los norteamericanos y tras finalizar la guerra, en 1783, dicho barco partió de El Callao, ciudad peruana, con ocho millones de pesos en oro y 211.440 pesos en lingotes de cobre con destino a la ciudad de Cádiz. Por una serie de circunstancias, el barco, acabó naufragando frente a las costas portuguesas, a la altura de la villa de Peniche al norte de Lisboa, al chocar contra las rocas a las 10.30 de la noche del 2 de febrero de 1786.

Acantilados en la costa portuguesa, próximos a Peniche
 Traía 419 personas, comprendiendo sus oficiales, algunos pasajeros y oficiales de transporte. Perecieron en el naufragio unas 128 personas y el resto consiguió llegar a la orilla.

Tanto la población portuguesa como sus mandatarios colaboraron socorriendo y rescatando a los naúfragos y el embajador de España en Portugal, el sexto conde de Fernán Núñez, que se encontraba en Lisboa, despachó dos misivas, una  a Madrid y otra a Cádiz para relatar lo acontecido  y empezó a tomar las diligencias necesarias para el rescate de los marineros y las mercancias. Ambos países colaboraron en el rescate de manera civilizada, así lo refleja la mayoría de los cronistas de la época tanto lusos como españoles, ya que la noticia se extendió rápidamente por toda España y fue relatada por muchos escritores.

Hoy día se conservan las cartas, gracias a las cuales he descubierto esta historia porque forman parte del Diario curioso, erudito, económico y comercial. En el libro podemos leer una carta de agradecimiento por parte del Tribunal del Consulado y Comercio de Cádiz, que controlaba las mercancias entre América y la ciudad, donde como muestra de su buen hacer ante el naufragio le hace una donación económica al sexto conde de Fernán Núñez, así como dos cuadros del pintor francés Jean Baptiste Pillement, El Naufragio y La recuperación del tesoro de San Pedro de Alcántara, hoy en manos de sus descendientes, desconozco si estuvieron en Fernán Núñez en alguna ocasión.

El Naufragio, de Jean Baptiste Pillement
Y ahora, relato textualmente, lo que decide hacer con dicha dotación, con un fragmento extraído de la carta donde el conde da respuesta al tribunal del Consulado y Comercio de Cádiz:

"... y siendo esta suma fruto de la desgracia de unos honrados e infelices vasallos de nuestro Soberano, me parece más justo se invierta en beneficio de ellos. Por tanto la he destinado desde luego a ayudar a la reedificación de un corto resto, inútil y arruinado albergo antiguo de La Caridad, que subsiste en mi Villa de Fernán - Núñez, y a principiar a construir un cementerio público, proyectado por mí, en el parage más elevado a la inmediación de ella. La experiencia de estos dos últimos años de epidemia ha aumentado mi deseo de verificar estos dos establecimientos que hace tiempo meditaba sin fruto, haciéndome conocer la suma necesidad de ellos... "

Por tanto destinó la compesación a medias con el Hospital de La Caridad y el cementerio, teniendo aquí el germen del actual Cementerio Municipal.

El cinco de mayo de 1787 fue cuando se colocó, en su presencia, la primera piedra del cementerio. En el, señaló también, un lugar para el enterramiento de los eclesiásticos y proyectó un panteón para los señores de la Casa Condal (luego Ducal) otorgando una renta de 5279 reales.


· Entradas relacionadas:
Ermita de San Sebastián (I)
Ermita de San Sebastián (II)

No hay comentarios:

Publicar un comentario