sábado, 12 de febrero de 2011

Alfonso Gutiérrez de los Ríos y Bocanegra (I)

Del primer matrimonio entre el séptimo señor de Fernán Núñez, don Diego Gutiérrez de los Ríos y María Bocanegra y Fernández-Carrillo nació don Alfonso Gutiérrez de los Ríos y Bocanegra. Heredó el mayorazgo de Fernán Núñez y Abencález, siendo el octavo señor de dichas villas de las que tomó posesión el 31 de Diciembre de 1426.

Alfonso lleva como nombre el apellido de uno de sus más ilustres antepasados, don Martín Alfonso de Montemayor. Los sucesivos matrimonios entre familiares que se llevan produciendo entre los descendientes de Fernán Núñez de Témez se vuelven a repetir, casando este señor con su prima lejana, Inés Alfonso de Montemayor. Esta era hija de Fernando Alfonso de Montemayor,  primer señor de  Albendín y de la Torre de don Lucas (en el término de La Victoria) y de Beatriz Fernández de Córdoba, señora de Montalbán.

Torre de don Lucas (La Victoria)
 Don Alfonso, también llamado Alonso, fue señor además de La Monclova, señor de los derechos de la villa y castillo de Linares, Alférez Mayor y Veinticuatro de la ciudad de Córdoba y alcalde de la villa de Teba. Su mujer aportó como dote la torre de don Lucas, pasando a formar parte de los dominios del señorío de Fernán Núñez y además dos mil doblas de oro moriscas. Aún se conserva el encabezamiento de su carta de dotación:
 Sepan todos cuantos esta carta vieren, como yo, Fernando Alonso de Montemayor, hijo del Adelantado don Alonso Fernández de Montemayor, cuya ánima Dios haya, vecino que soy en la muy noble ciudad de Córdoba, conozco y otorgo a vos, Alfonso de los Ríos, mi yerno, hijo de Diego Gutiérrez de los Ríos, que está presente...
Esta escritura fue otorgada en Córdoba el 17 de Enero de 1429, ante los dos escribanos públicos de la ciudad.

El rey Juan II le otorgó la confirmación de su mayorazgo en la Valladolid el 11 de junio de 1427, documento que aún se conserva también. Mantuvo un pleito con la ciudad de Córdoba que se solucionó de forma cordial. Los vecinos de Fernán Núñez a veces iban a cazar y cortar leña al monte de San Nicolás, que era  de realengo o perteneciente a la corona, saliéndose de los dominios del señorío. Alfonso Gutiérrez de los Ríos, consiguió que esto siguiese así, permitiendo que los vecinos de Córdoba entrasen a su señorío a realizar las mismas acciones, pero claro, a sabiendas de que pocos eran los vecinos que iban a venir hasta Fernán Núñez procedentes de la villa de La Rambla (también en propiedad de la corona) o bien de la capital.

Falleció en el año 1473 y fue sepultado en la capilla del Corpus o del Sagrario  de la Catedral de Córdoba.

Poco se sabe sobre su vida en la villa y de las obras que se acometieron en esta durante los años que ejerció su jurisdicción. A finales del siglo XV la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas estaría prácticamente terminada, al igual que el castillo y las murallas del nuevo Fernán Núñez; Abencalez estaría casi con total seguridad abandonado.

En esta casa señorial hubo mucha devoción a San Ildefonso, del cual proviene el nombre de Alfonso y que en muchas ocasiones en el medievo era cambiado por Alonso. Se conoce que hubo una capilla en una de las naves laterales de la primera iglesia de Santa Marina de Aguas Santas y que se perdió con la construcción de la nueva iglesia barroca en el XVIII.  Quizás este octavo señor fuera el iniciador de dicha devoción y que se mantendría con el paso del tiempo ya que sus sucesores mandaron pintar un cuadro que se encontraba en el palacio ducal cuyo tema principal era la imposición de la casulla a San Ildefonso.

Cuadro de San Ildefonso del Palacio Ducal de Fernán Núñez

Información editada procedente de:
La Enigmática Torre de Don Lucas. Francisco Crespín Cuesta
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crespín Cuesta

Esta entrada se completa con:
Alfonso Gutiérrez de los Ríos  y Bocanegra (II)
Diego Gutiérrez de los Ríos y Alfonso

1 comentario:

  1. No es sólo Fernán Núñez patria del chiste fácil... que tiene su historia y tu Diego te estás encargando de airearla.

    El apellido Bocanegra, cuando lo leo, me recuerda a un camaleónico señorito andaluz, que nos va a salvar a los andaluces, y me da miedo.

    Un abrazo.

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