Doña Aldonza López de Haro fue la quinta señora de Fernán Núñez y Abencalez, casó con su primo el señor de Dos Hermanas y luego Montemayor, don Martín Alonso Fernández de Córdoba. En el siglo XIV la seguridad de los estados de estos señores exigía la permanencia de importantes fuerzas y construcción de fortalezas para guardar sus tierras de las partidas que organizaba el reino musulmán de Granada, que con frecuencia recorrían la campiña, robando y destruyendo muchos pueblos de la provincia cordobesa. La frontera estaba situada en las inmediaciones de Lucena y Priego y por tanto, los trigales y fincas de molinos aceiteros eran una constante tentación.
Estandarte de la dinastía Nazarí de Granada |
El 20 de marzo de 1331 emisarios del pueblo de Castro del Río llegaron a Córdoba solicitando ayuda para resistir el ataque de un potente ejército mandado por Muhammed IV de Granada. Martín Alonso salió de Córdoba con las fuerzas que pudo reunir y al paso del vado del Guadajoz se les unieron fuerzas de los señoríos de Fernán Núñez y Dos Hermanas, presentándose en Espejo, donde solicitó la cooperación del señor de la villa, don Pay Arias de Castro. El señor de Espejo se negó, por temor a que los árabes atacasen su fortaleza, prometiendo que si se introdujesen estos finalmente en Castro del Río, iría en su auxilio.
Vista de Castro del Río. Pier María Baldi, siglo XVII |
Y así fue, el rey granadino, con un numeroso ejército de infantería y caballería atacó la fortaleza del pueblo con tal dureza que logró abrir en la muralla algunas brechas, en las que se combatió cuerpo a cuerpo, pudiendo finalmente los defensores impedir la entrada de los invasores a duras penas.
Amparados en la oscuridad de la noche, llegaron los refuerzos de Córdoba, Fernán Núñez y Dos Hermanas. Los enemigos descansaban de la dura batalla librada de día alrededor de la muralla de Castro, confiando en que los sitiados no podrían resistir la avalancha del día siguiente y no tendrían más remedio que capitular o sucumbir.
Castillo de Dos Hermanas en el término de Montemayor. Foto de Jorge Garzón |
El señor de Fernán Núñez dió orden de atacar a plena noche, con objeto de alcanzar las entradas de la fortaleza y poder introducirse en ella. Las tropas cordobesas se lanzaron con ímpetu contra los sitiadores, rompiendo el cerco, destrozando tiendas, matando y arrollando cuanto se ponía a su paso, hasta alcanzar uno de los boquetes, por el cual pasaron al interior de la muralla, recibidos con gran alegría por los castreños.
Vista actual de Castro del Río |
Martín Alonso encontró casi desfallecidos a los defensores. Infinidad de muertos se hacinaban junto a los portillos abiertos en la muralla, señal del heroísmo con que defendieron su villa. Otros estaban heridos, pero con armas en las manos dispuestos a seguir el ejemplo de los ya fallecidos. Rápidamente se empezaron a reparar los destrozos en la muralla, tapando los boquetes con piedras, vigas y hasta muebles, se distribuyeron las fuerzas por los lugares más vulnerables y se enviaron emisarios a Córdoba y a Espejo pidiendo más refuerzos.
Fragmento actual de la muralla de Castro del Río. Foto de Luis Puey Vílchez |
Información editada y ampliada procedente de:
Historia de la Villa de Fernán Núñez. Francisco Crespín Cuesta
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Hola Diego, me ha gustado mucho esta entrada, desconocía este hecho de armas del Socorro de Castro del Río. Es un buen ejemplo de lo dura y arriesgada que era la vida para nuestros antepasados campiñeses al estar tan cerca de la frontera con el reino musulmán granadino. Como bien sabrás en 1481 Boabdil "el Chico" hizo una incursión de saqueo por la Campiña y cayó prisionero, pues bien, está documentado que antes de la batalla final sus tropas saquearon los campos de Lucena, Aguilar, Montilla, Santaella, La Rambla y Montalbán (entre otros) e hicieron muchos prisioneros, los cuales fueron liberados por los cristianos antes de ser conducidos hasta Granada. Una de los pasajes históricos más bonitos que tiene La Rambla es precisamente referente a aquellos prisioneros liberados (muchos rambleños), los cuales volvieron a La Rambla guardando aquellas cadenas y es ahí de donde surgen el topónimo rambleño de "la Plaza de la Cadena"..., algún día quiero escribir en mi blog una entrada a ese episodio de la historia de La Rambla, el cual la mayoría de rambleños desconocen por desgracia. Un saludo y enhorabuena.
ResponderEliminarMe alegro Talbanés. Pues en próximos días más entregas, es que se puede hacer pesado leer toda la historia al completo.
ResponderEliminarMuchas gracias por corregirme la errata, entre reyes, señores y siglos se me van los números romanos jejeje
Sí, conozco esa famosa incursión, de la que Fernán Núñez se libró y conozco la Plaza de la Cadena, que es un lugar muy bonito. Una lástima que se perdiese con los siglos la cadena y más lástima que la gente de La Rambla lo desconozca.
Un saludo y gracias por comentar.
Muy buena la entrada, con lo que me gusta a mi esta historia, y vaya con Pay Arias de Castro, apostando a caballo ganador.
ResponderEliminarUn Saludo.
Jajaja anda que iba a salir él de su castillo. Mañana tenéis la segunda parte.
ResponderEliminarMartín Alfonso ""dixo que fiziese Dios dél lo que bien tuviese, mas quél aquella noche entraría en el castillo de Castro, e que con los que dentro estauan lo defenderían o moririan en él""
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