Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba, tercer conde de la
Villa de Fernán Núñez heredó en 1662 el título y falleció en 1721. En
estos 59 años sometió a la población a incesantes impuestos, que
tuvieron como contrapunto una serie de políticas que favorecieron el
crecimiento demográfico y una mejora en la calidad de la vida de
nuestros antepasados. En el año 1679, este conde, ante el poco caudal del arroyo Ventojil, afluente del Guadajoz reunió todas las aguas dispersas de las distintas fuentes de la villa y las dirigió de forma que tras mover varios molinos harineros terminaran regando dieciséis huertas, treintaseis fanegas de tierra, establecidas en la margen derecha de dicho arroyo, en parte de las tierras de su vizcondado de Abencaes, concretamente las que lindaban con sus pagos de La Estacada del Pozuelo y Matallana. Estas tierras pasarían a formar un nuevo pago que se llamaría Las Huertas del Conde y posteriormente Las Huertas del Duque.
Las dieciseis huertas, desde la Carretera a San Sebastián de los Ballesteros |
Las huertas fueron arrendadas, al igual que las tierras de varios cortijos de propiedad condal, en pequeñas parcelas que se transmitían de padres a hijos. Con la llegada de la democracia, tras una compra simbólica, las tierras pasaron a manos de las familias que las cultivaban desde aquellos inicios.
A raíz de su creación, otro pago hortelano, más antiguo, situado al noreste justo debajo del pago de El Higueral, contiguo al de Valdeconejos, fue abandonado, dejándose por perdido, pasándose a llamar Las Huertas Perdías, donde hoy se ubica la fuente de los Gitanos o de las Huertas Perdías.
La Fuente de los Gitanos, en el año 1992. Fotografía de Fernando Serrano. |
Plano de localización |
Cuenta Crespín Cuesta en su libro Piedras y Cruces que las huertas de nuestro pueblo no son solo interesantes por su belleza o valor agroalimentario (en decadencia por desgracia) sino porque tienen algo típico y propio de ellas: la Alcaldía.
Una institución centenaria que, al igual que el Tribunal de las Aguas de Valencia, entiende en cuestiones de su propia y exclusiva jurisdicción. Ante la Alcaldía de las Huertas acuden los huertanos, en litigio por cuestiones de agua o lindes, y el Alcalde, asistido de uno o varios vecinos hortelanos, designa, juzga y falla sobre el pleito, no acudiéndose a la justicia ordinaria, sino es en caso de que la sentencia se crea injusta o se dañen los intereses de alguno de los litigantes.
Esta institución creada en fecha inmemorial en Fernán Núñez, se ha mantenido en el tiempo hasta fechas recientes, de hecho hoy día no existe la figura como tal del alcalde pero si que hay un hortelano que se encarga de administrar el agua y coordinar las juntas que los hortelanos realicen por motivos como la reciente propuesta de intentar que el agua de la depuradora municipal se dirija hasta las mismas.
Las Huertas. Fotografía de Juan Luis Yuste. |
Los productos de las huertas de Fernán Núñez llegaron a ser muy conocidos y apreciados, alcanzando fama a nivel provincial, como en el caso de los pimientos. Las frutas y hortalizas se vendían en la Plaza de Armas y posteriormente, en el Mercado de Abastos de la calle Miguel Hernández, conocido como La Plaza. Hoy son pocas las huertas que quedan y el olivar se ha hecho presente en la mayoría de ellas e incluso podemos ver plantaciones de palmeras.
Las huertas han dejado una huella imborrable en sus más de trescientos años de historia en nuestro pueblo, modificaron nuestro término creando nuevos topónimos como el Callejón de las Huertas o La Cuesta de las Huertas que es como todo fernannuñense conoce a la cuesta de la nacional 331, que ahora conecta nuestro pueblo con la autovía A45, y que era la puerta de entrada para todos los pueblos de la comarca de la Campiña Sur.
El inicio de la Cuesta de las Huertas, la A45, el Monte la Mata y al fondo, Sierra Morena |
· Información editada procedente de:
Piedras y Cruces. Francisco Crespín Cuesta
Antonio Ariza Naranjo, Rafael Naranjo Ramírez. Las huertas: sus cultivos
(Revista de Feria de 2005: Págs. 57 y 59)
· Enlaces relacionados:
Los molinos de harina de Fernán Núñez (I)
Los molinos de harina de Fernán Núñez (II)
Los molinos de harina de Fernán Núñez (III)
Los molinos de harina de Fernán Núñez (IV)
· Enlaces relacionados:
Los molinos de harina de Fernán Núñez (I)
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Los molinos de harina de Fernán Núñez (III)
Los molinos de harina de Fernán Núñez (IV)
Diego muy interesante. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Paco, otro para ti!
ResponderEliminarMi bisabuelo ya cultivaba esas huertas, mi abuelo, mi padre y mis tíos, aunque como dices las nuevas generaciones ya no estamos explotándolas, la mayoría son secano, y solo quedan algunas tablas de huerta para consumo privado, con lo que yo me he divertido de niño en ese lugar que era un vergel.
ResponderEliminarSaludos desde Granada.
Pues sí Pedro, una lástima que ya haya cambiado todo tanto. Lo de las tablas es muy interesante también y muy característico de nuestras huertas, viene muy bien explicado en el artículo que pongo de la Revista de la Feria.
ResponderEliminarUn saludo, muchas gracias por comentar.
Hola Diego, otra interesantísima entrada. Recuerdo cuando era niño y bajaba por la carretera de Córdoba (dirección a la capital), miraba a la izquierda y me llamaban la atención las huertas de Fernán Núñez, tan bien cuidadas. Esas huertas también son muy conocidas en Montalbán, imagino que muchos de sus productos llegarían también hasta mi pueblo. Imagino que habrá pozos también que servirán para regarlas "por su pie" como se suele decir. Enhorabuena por esta entrada. Las fotos son muy bonitas.
ResponderEliminarProbablemente los haya Andrés, es que mi familia nunca tuvo posesiones en ese pago y realmente son algo desconocidas para mí. Muchas gracias por escribir. Un saludo.
ResponderEliminarHola ante todo agradecerte la labor que haces contandonos cosas relacionadas con la historia de Fernan Nuñez.
ResponderEliminarMi bisabuelo era propietario de una de esas huertas, durante la guerra y postguerra mantenía a sus nietos de lo que producía en la misma. Mi madre me cuenta que tenía un puesto en la plaza, y lo que le sobraba o no vendía lo llevaba en una yegua negra y lo vendía en la Rambla. Mi padre también se crió en dichas huertas, cuando pequeño ayudando a otro hortelano, hasta que tuvo edad de trabajar en los cortijos. Cuando murió se repartíó entre los hijos. Mi abuela vendió la parte que heredó y se compro una casa en el pueblo, que aún conservan mis padres y viven en el verano.
Te sigo bastante pues aunque nací en Córdoba, siempre he visitado mucho el pueblo, y de pequeño pasaba largas temporadas con mi familia.
Lo que queda de huerta creo que aún la conservan primos de mi madre.
Muchas gracias por tu aportación amigo, y me alegro que te hayas animado a comentar contando tu experiencia familiar honrando todo el trabajo que habrán dejado tus antepasados en esas tierras. Un saludo.
ResponderEliminarPor si es de su interés, encontré la referencia de un antiguo molino de viento en esa localidad hacia 1871 en algunas fuentes cartográficas. ¿Lo conocía?
ResponderEliminarPor si es de su interés, encontré la referencia de un antiguo molino de viento en esa localidad hacia 1871 en algunas fuentes cartográficas. ¿Lo conocía?
ResponderEliminarNo, Rafael, me voy a poner en contacto contigo para que me lo hagas llegar, muchas gracias!
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