Fernán Núñez sufrió un cambio radical en el siglo XVIII. La nueva corriente de la Ilustración modificó el aspecto medieval del pueblo. Se crearon calles, se derribaron edificios de otras épocas en estado de ruína como la Iglesia o la antigua fortaleza para dar paso a nuevos edificios de líneas más rectas y la apertura de espacios, siendo aquí las grandes perjudicadas, las murallas y cercas que rodeaban y protegían a nuestro pueblo.
La primera "sentencia de muerte" de las mismas llegó ya en 1492, cuando se conquistó Granada. La conquista del reino Nazarí supuso el fin a las incursiones y las batallas en la campiña cordobesa y por tanto, no tener la necesidad de reforzar y mantener grandes fortalezas y murallas. Comenzó así el declive de muchos castillos que no eran usados como residencia oficial de los señores feudales: Aguilar, Monturque, Anzur, La Rambla, Teba, Castro del Río, Baena y Zuheros. Por otro lado, las murallas y cercas empezaron a ahogar al vecindario y comenzaron a desaparecer.
En esta primera entrada vamos a intentar ver lo que podemos encontrar mirando en el pasado, en documentos gráficos. Y en la siguiente intentaremos ver que es lo que queda hoy día.
1. Grabado de 1787 de Vicente Mariani tras las obras efectuadas por el VI conde Carlos José Gutiérrez de los Ríos.
Analizando el anterior grabado y buscando elementos que nos interesan encontramos:
1. Tres almenas en dirección suroeste. Parecen salir de la misma Iglesia de Santa Marina, ya reconstruída y se dirigen o apuntan hacia el paseo, de forma paralela a la actual calle de La Feria. Probablemente girarían en 90º dirección la calle Romero de Torres para encontrarse con el muro descrito en el siguiente punto.
2. Muro o cerca que parte casi desde las Escuelas del Duque en el lado sur de la Plaza de Armas y que llega hasta la parte trasera de la Iglesia de Santa Marina, aprovechando probablemente alguna curva de nivel para ayudarse y crear un buen desnivel, mejorando así la defensa. Existe una gran arboleda en torno a esta, de forma parecida a como ocurre hoy en el castillo de Montemayor.
2. Toponimias en el callejero.
El más claro ejemplo es la calle "El Portichuelo" próxima a la Iglesia de la Veracruz. En primer lugar, la antigua ermita de la Veracruz se hizo junto a una cruz de término en las afueras del pueblo en torno a 1720-1730. La ubicación actual de la Veracruz, nos sirve para marcar como parte de extramuros esa zona y muy próximo estaría el Portichuelo o Portón pequeño. Su nombre se debe a que el acceso principal a la parte amurallada era, con gran probabilidad, la Puerta de la Villa y este era simplemente una pequeña apertura para facilitar a los vecinos salir y entrar del recinto.
Esta calle se encuentra en uno de los puntos más altos de nuestro pueblo, en el lugar donde comienzan a descender las calles hasta la zona de la piscina municipal, que a su vez es una de las zonas de menor altura, junto al Llano de las Fuentes.
Por tanto, la Puerta de la Villa es otra denominación en nuestro callejero que nos vincula con esta muralla, y aunque no sabemos a qué altura de la actual calle se encontraría, podemos fijar una zona de posible ubicación.
3. Torreones en la Puerta de la Villa
Fotografía extraída de Fernán Núñez en imágenes. |
En algunas casas de la calle de la Puerta de la Villa se conservaban torreones, sobre todo las más próximas a la Plaza de Armas. Quizás sean restos de pequeñas torres de la muralla que se entregan a algunas familias con la misión de vigilar y mantener la muralla. En torno a los mismos, creaban sus hogares para poder realizar su función.
La casa de Rafael López Pintor conserva un torreón, hoy tapado por el resto de construcciones modernas y quizás dicho torreón provenga de esta tradición. También desde los jardines del palacio se podía contemplar otra de estas torres de una casa próxima, la torre de los Villafrancos, hoy desaparecida, como vemos en la foto de la izquierda.
Quizás sorprenda que nuestro pueblo pudiese tener una muralla urbana de tal magnitud. La importancia del pueblo en la Edad Media, como antesala de la capital cordobesa, la necesidad de defensa de los ataques del reino musulmán de Granada y simplemente, como muestra del poderío de los señores feudales, sobre todo por ser el primer pilar de la Casa de los Fernández de Córdoba, justificaría su tamaño y expansión desde la fundación de la villa.
Desde Fernán Núñez de Témez hasta el noveno señor, Fernando Gutiérrez de los Ríos, todos los señores de la villa en esos más de dos siglos dedicaron probablemente parte de sus arcas a construir y remodelar esta muralla.
Todo esto no son más que unas hipótesis, pues apenas quedan documentos y cuando se hace una nueva obra en el pueblo, como actualmente están haciendo en la Calleja del Arco, en la calle Juan Criado o se hicieron en Romero de Torres, Angel Espejo o el solar contiguo al Hospital de la Caridad en la calle Francisco Bonilla, no se hace ninguna cata arqueológica.
Diego, que interesante lo que dices, y que importante y valiosa tu preocupación por la villa. Muchas veces es necesario esa cata para ir documentando la historia, pero tiene mal cartel. Debería buscarse soluciones para aunar la investigación con el desarrollo. Para que los ciudadanos comprendieran la importancia de conocer el pasado. Es difícil pero no imposible. Lo verdaderamente difícil es tu labor.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Paco. En tiempos como los que corren entiendo que no se va a destinar dinero para restaurar o salvar ciertas cosas que prácticamente necesitan una reconstrucción íntegra. Pero tampoco se debe echar al olvido, a ver si alguien da con la fórmula de una vez.
ResponderEliminarUn saludo!